Tomar la palabra - Segunda parte

EL LUGAR DEL HÉROE Y DEL MÁRTIR EN LA ARGENTINA DEL SIGLO XXI
por Jorge Falcone
Derechos humanos y liberación nacional

"Un simbolo de la lucha por los derechos humanos que comenzó hace 25 años, Bonafini anunció que las Madres harán la última Marcha de la Resistencia. Dice que por Kirchner ya no harán ese acto anual, aunque seguirán las rondas de los jueves. "
Titular diario Clarín, 14/1/2006

El 29 de julio de 1966, en la llamada Noche de los Bastones Largos, el dictador Juan Carlos Onganía, sin querer, nacionalizó a golpes la conciencia de un estudiantado enclaustrado hasta entonces en un ámbito insular de la mano de las consignas de autonomía y co gobierno. Antes de dicho acontecimiento, la perspectiva nacional-popular era denostada en las academias por derecha y por izquierda. De tal circunstancia fueron hijos la gran mayoría de los protagonistas de lo que hoy se da en llamar "la generación del 70". Jóvenes que al calor de aquellas luchas descubrieron la identidad desde la que venían dando la suya las grandes mayorías nacionales. Históricamente, es en los períodos de auge de masas cuando las pequeñas burguesías se suman a la revuelta y radicalizan sus posiciones ideológicas. La Revolución Cubana primero, y la heroica muerte del Che en Bolivia luego, fueron los catalizadores fundamentales de un estilo de militancia full time basada en la utopía del Hombre Nuevo, que ya no se resignaba a golpear quedamente las puertas del poder sino que tomaba impulso para voltearlas. Hacia las elecciones de 1973, la acumulación de experiencia de lucha popular organizada presentaba una subjetividad colectiva favorable a la construcción nacional del socialismo. Acaso ese haya sido el pico más alto de calidad -objetiva y subjetiva- de nuestras luchas contemporáneas. Más tarde, traicionada como fue la voluntad de las mayorías, no tardó en ensayarse el operativo de ingeniería represiva y remodeladora de nuestra estructura productiva más minucioso y profundo de la historia reciente: El Proceso de Re Organización Nacional (así denominado en honor al que protagonizara el patriciado de la Generación del 80, que fundó la República Argentina sobre cadáveres de indios y de criollos). Ante el terror sistemático, la prudente sabiduría popular generó un gran repliegue, a la expectativa de comprender la nueva realidad para poderla enfrentar. Las expresiones más radicalizadas de aquella pequeña burguesía que irrumpiera masivamente en la vida política del país a mediados de la década anterior, ya abiertamente comprometidas con la acción directa, sostuvieron la lucha armada casi en soledad, haciéndose acreedoras de la ingeniosa definición de "patrullas perdidas" que acuñara Rodolfo Jorge Walsh. Las primeras acciones directas del movimiento obrero organizado, por ejemplo, se registraron bajo la forma de paros y sabotajes a la producción, preferentemente originados en la agredida estructura del Estado, como lo testimonia el secuestro y asesinato, por esos días, del sindicalista Oscar Smith, representante de Luz y Fuerza. La carnicería que sobrevino a continuación creó tempranamente condiciones para el surgimiento de un movimiento de defensa de los derechos humanos que, rondando la Plaza de Mayo tímidamente a fines del año 1977, llegaría a hacerse con un Premio Nobel de la Paz en 1980, después de haber sumado cuarenta cuadras de familiares dispuestos a testimoniar sobre el horror ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en 1979, bajo la atenta mirada de los genocidas. El activismo que nutrió esas filas provino mayoritariamente de las familias de aquella pequeña burguesía urbana que tuviera tanto protagonismo en la década anterior. La gente más humilde de nuestro pueblo, aún afectada por la represión, no reclamó en forma masiva ni estruendosa por el paradero de sus ausentes. En resumen, el componente de clase de los organismos que sostendrían la bandera de la "Aparición con Vida" remitiría a los sectores medios con alguna formación como para diligenciar un hábeas corpus o una denuncia internacional. Como el dolor no es una ideología, a pesar de que algunos familiares, en la propia búsqueda de sus parientes secuestrados fueron asumiendo la que ellos profesaban, el vasto y flamante movimiento iría adquiriendo un imaginario y una acción de resistencia condicionados por su propio cometido reparador y, lógicamente, por sus limitaciones de clase. Así se iría gestando, hacia los albores de un nuevo período democrático -y con honrosas excepciones- una ideología mayoritariamente victimizadora de los detenidos-desaparecidos, consistente en la despolitización de las causas del secuestro y asesinato, como si estas se debieran al producto de una gran locura del poder capaz de aterrorizar a la sociedad en forma arbitraria, y no respondiendo a un plan de exterminio sistemático del potencial de rebelión de un pueblo. De aquel período data, por ejemplo, el prólogo del historiador Félix Luna en el ensayo "Montoneros, Soldados de Perón", del británico Richard Gillespie, que comienza con la frase "He aquí la historia de una gran locura". La figura del detenido-desaparecido concebido como militante popular capaz de asumir TODAS las formas de lucha destinadas a liberar su Patria aparece ya entrado el período democrático que transitamos, hacia la 25ava conmemoración del golpe militar de 1976, en consonancia con la superación gradual de las secuelas del terrorismo ideológico. Hasta entonces fue más común escuchar "a mi hijo se lo llevaron porque figuraba en la agenda de un amigo" que "a mi hijo se lo llevaron porque se propuso tomar un cuartel". A la hora de ensayar esta respetuosa reflexión, no hace falta ser sicólogo para comprender que el estado de "inocencia absoluta" de una víctima crea mayores condiciones para procurar el apoyo a la lucha por su paradero que si a este se lo presentara como guerrillero dispuesto "a matar o morir por una Argentina Socialista".La lógica binaria de la víctima y el victimario.De las sociedades de la disciplina diseñadas durante la vigencia de la Doctrina de Seguridad Nacional, se transitó a las actuales sociedades del control posteriores al apogeo del neo liberalismo, en las que más que apelar a fuerzas de ocupación, el poder se ejerce desde una inédita concentración económica y una rigurosa manipulación mediática. En tal contexto prosperan en nuestro continente -a excepción de la Cuba socialista, la Venezuela bolivariana, y la Bolivia profunda en ciernes- procesos democráticos liderados desde un perfil socialdemócrata y progresista, que se aviene a debatir la política pero no la economía (o, en términos que nos involucran como Nación, a construir el Nunca Más del genocidio, pero no el del saqueo: Tendremos un Museo de la Memoria, pero nunca re abriremos la Causa Alejandro Olmos para investigar la deuda externa ilegítima). En un escenario tan posibilista -y con sobrevivientes de la década del 70 en el control del ejecutivo- resultará lógico que la figura del luchador político-social perviva más asociada a la figura del mártir (Jesucristo) que a la del héroe (Camilo Torres), cuya reivindicación se asocia a procesos de transformación profunda -y no epidérmica- del modelo dependiente. Siguiendo la lógica hegemónica, acá sólo hubo victimarios en el poder y víctimas inocentes que se le opusieron.Teoría de los Dos DemoniosLa Teoría de los Dos Demonios no es otra cosa que la lúcida coartada ofrecida por el sistema a los sectores medios -otrora rebeldes y hoy escarmentados- para que se avengan a la lógica de "el mal menor" y "no hagan olas" mientras la exclusión social se profundiza. Según su enunciado, represión y resistencia compartirían la misma responsabilidad en la frustración de una oportunidad histórica. Sin embargo, y sin volver como es costumbre al Artículo 27 de nuestra Constitución Nacional, desde el rechazo a las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807 hasta las puebladas de diciembre 2001, el pueblo argentino no se ha mostrado timorato a la hora de ejercer acciones directas cuando una causa superior lo exigió. Democracias condicionadas o protagónicasSi bien la nuestra no es aún una democracia social y participativa que incluya en el parlamento todas las voces de quienes luchan por una Argentina mejor y plebiscite sus grandes temas, a treinta años del genocidio mayor de nuestra historia -y cuando programas televisivos de alto rating, como "Algo habrán hecho", conducido por la dupla Pigna-Pergolini, se propone recuperar para el heroísmo figuras tan mancilladas como la de Belgrano, Moreno o Castelli, enamorando a nuevas generaciones con el retorno de la historicidad- acaso haya llegado la hora de resignificar la figura del detenido-desaparecido en general, y la del represaliado por el poder en particular, para que no goce de todos los honores de la memoria solamente un grupo de estudiantes capaces de conquistar el Boleto Estudiantil Secundario, al precio del olvido sistemático de otros que, como Ana María González, a la misma edad se permitieron volar por los aires a un genocida y caer en combate anónima y silenciosamente después. Al margen de las valoraciones que merezca tal o cual experiencia de lucha, la intransigencia en el logro de la liberación nacional debería igualar sin discriminación alguna tanto a quien alguna vez pasó por donde no debía como a quien arribó a una cita estudiada y cumplió con su objetivo. Porque gracias a la suma de todos esos No alguna vez construiremos el SI que nos falta, encolumnados tras la estrategia que el pueblo argentino escoja para lograrlo. La recuperación de la figura del héroe -por ende- es propia de los pueblos que no se resignan a reformas de coyuntura sino que se comprometen con las transformaciones de fondo.

EL NUEVO CINE ARGENTINO ESTÁ EN OTRA PARTE
por Miguel Mirra

Cada tanto aparece la muletilla de un nuevo cine argentino en los grandes medios. Y últimamente ha vuelto a desplegarse. Pero frente al nuevo viejo cine de ficción adocenado y complaciente con ropaje de novedoso y comprometido exhibido en los cines comerciales, disfrazado de cine social, como el de Stagnaro o Trapero, hay otro cine registrado en video y exhibido en las provincias, en los barrios, en las empresas recuperadas, en los emprendimientos productivos y en los movimientos de trabajadores desocupados.Es que el cine de ficción social es hoy el cine que el sistema de dominación colonial y de sus funcionarios locales promociona y apoya como una manera de ocultar las llagas de miseria que él mismo provoca en nuestra sociedad. Ese cine trata, por ejemplo, de transformar en héroes a un par de despreciables sujetos de ideología menemista y entre reinas y estafadores nos vende basura envuelta en papel de regalo. Y encima se presenta como un ejemplo de éxito, como si ser el mejor manipulador fuese un objetivo válido de vida. Es un cine que en el mejor de los casos ha recurrido a temas que supuestamente describen a los sectores marginados. Sin embargo, lo único que ha hecho ha sido confundir a los marginados con los marginales. Estrategia muy inteligente a la hora de separar a la clase media de los trabajadores ocupados y desocupados que luchan y se movilizan; pero nosotros sabemos que los trabajadores no utilizan la pobreza como coartada para robar y matar y no se transforman en represores de la bonaerense para salvar su pellejo miserable. Frente a toda esta canallesca confusión, una nueva generación de jóvenes realizadores de verdad independientes nos propone otra cosa.Un cine que no aspira a la marquesina individual o la nota complaciente en la página de espectáculos. Nos propone un cine documental hecho de carne y de sueños.Hay hoy una enorme y nueva camada de jóvenes documentalistas. Sus miembros, lejos de la frivolidad que rodea al INCAA, tampoco se han convertido en servidores de los aparatos políticos haciendo una bochornosa “contra imagen” y no se han transformado tampoco en provocadores gratuitos al servicio de cualquier servicio. Ellos no están en el centro de la escena y el gran diario argentino no les dedica una tapa del suplemento de espectáculos como a los usurpadores del falso cine piquetero. Ellos producen en la periferia y sólo aparecen promocionados en los pequeños periódicos locales, en boletines de trabajadores desocupados, en cuadernillos de micro emprendimientos o cooperativas de base. En todas las provincias, en sus capitales y en las ciudades más importantes, y aún en muchos de sus pueblos, así como en los barrios del gran Buenos Aires, hay grupos de realizadores jóvenes que se expresan mediante la imagen documental, y resisten junto a su gente, honestamente, simplemente, sin alaridos y sin proclamas. A ellos nos referimos. Ellos son el nuevo cine argentino, mal que les pese a los mercenarios, a los comerciantes y a los burócratas sindicales y políticos.

ESTAMOS HARTOS...
por Fernando Buen Abad
...de que nos sigan sacando la lengua.

Exposición en el primer Congreso de LaS LenguaS, realizado al mismo tiempo que el Congreso de la Lengua Española, en Rosario, 2004

En Rosario todos podemos observar algunos cambios: se arreglan los accesos y las avenidas, se pintan paredones, se remodelan teatros y se inauguran grandes centros comerciales. Las autoridades han embellecido algunos lugares de la ciudad.Existe una recuperación respecto del fondo de la crisis que vivimos, fruto de un período de precios elevados para soja y aceites, principales exportaciones de la zona. Con esta recuperación algunos grandes grupos económicos están obteniendo inmensas ganancias.Pero la mayoría de los rosarinos vivimos en la otra cara de la moneda. En otra Rosario. Aquí seguimos teniendo altísimos índices de desocupación, salarios por debajo de la línea de pobreza, jubilaciones miserables y la salud y la educación públicas en un terrible abandono.Desde hace más de 5 siglos la historia parece girar en círculos y volver siempre al mismo lugar. Desde aquel lejano 1492 en que los españoles llegaron a América, el oro, la palabra y la cultura son para unos pocos, mientras que la miseria, la ignorancia, el silencio y la humillación son para muchos.Y ahora llega el gran evento. Con mucho lujo, muchas autoridades, mucha prensa y un costo exorbitante: 500 mil euros por día¿Qué es realmente el congreso de la lengua? Un espacio cerrado donde todos somos excluidos. No están invitados los docentes, los primeros trabajadores de la lengua y el habla. Tampoco los estudiantes de todos los niveles, (incluso los universitarios especializados) y la mayoría de los intelectuales (lingüistas, antropólogos, escritores, etc.). Los pueblos originarios sólo estarán representados por especialistas hispano parlantes que hablarán por ellos. En realidad, está excluido el pueblo. A todos los sectores antes citados se nos condena a efectuar acciones paralelas en el marco del Congreso de la Lengua y por fuera de él.Es antidemocrático porque sus objetivos son injustos. Y por eso han decidido evitar la polémica. Es que pretenden negar la realidad y la historia. Niegan la realidad cuando parten de la ficción de que la lengua castellana es LA LENGUA de España y de la mal llamada Hispanoamérica. Pero el español no es siquiera la lengua de toda España, allí subsisten, a pesar de haber sido reprimidas por siglos, otras lenguas como la vasca y la catalana.Menos aún en América donde los españoles no pudieron nunca erradicar lenguas habladas hoy por millones como el guaraní, el quechua, el aymara, el qom; lenguas que en algunos países como Paraguay, Bolivia o Perú son mayoritarias. Se desconoce la historia, porque trata de borrar que la imposición de la lengua castellana es parte de una larga lucha de opresión en España y en América que incluyó la persecución y eliminación física de los árabes y judíos en España. En América la dominación lingüística fue parte indispensable del genocidio de los pueblos originarios; genocidio al servicio de uno de los más grandes saqueos que conoce la historia. Si no llegaron más lejos fue por la lucha de resistencia de esas naciones, luchas que forman parte indisoluble de nuestra identidad como pueblos y naciones.Sólo partiendo de esa historia y de esa realidad se puede valorar que muchos pueblos y naciones puedan comunicarse hoy entre sí por medio del español y luchar para que no sea avasallado por el idioma inglés, empujado crecientemente como lengua única para un imperio único (el anglo yanqui).Este no es un Congreso contra la globalización anglo yanqui. Nadie podría esperar esto cuando España ha sido socia de los yanquis en la masacre del pueblo iraquí. Por el contrario, es un Congreso que parte de aceptar la globalización en la que España aprovecha sus lazos culturales y lingüísticos para participar en el saqueo de América Latina. Así en la Argentina, varios monopolios españoles, auspiciantes ahora del Congreso, fueron destinatarios privilegiados de la entrega menemista. Uno de ellos, Repsol, se salvó de la quiebra internacional porque se apoderó de YPF y ahora nos vende a precio internacional el petróleo que obtiene por las inversiones e instalaciones que pagó el pueblo argentino. Lo mismo Iberia (con Aerolíneas Argentinas), Telefónica y otras empresas privatizadas. Por eso, el español Rato, Presidente del Fondo Monetario Internacional, presiona para exigir el pago de la fraudulenta Deuda Externa; pago que el presidente Kichner viene cumpliendo puntualmente por sobre el hambre del pueblo argentino. Y por si algo faltara, el Congreso va a ser inaugurado por el Rey de España. Pero no se puede tapar el sol con las manos ni esconder nuestra dura realidad.En Rosario, "capital mundial de la Lengua y la Cultura Españolas", los pueblos originarios siguen siendo los más postergados. En Rosario, "capital mundial de la Lengua y la Cultura Españolas", continúan impunes los asesinatos de Pocho Lepratti, Sandra Cabrera y tantos otros compañeros víctimas de la represión oficial.En Rosario, "capital mundial de la Lengua y la Cultura Españolas", miles de niños dejan la escuela para buscar en la calle alguna moneda con que sobrevivir. En Rosario, "capital mundial de la Lengua y la Cultura Españolas", se embellecen los teatros pero en centenares de escuelas no existen baños en condiciones y faltan vidrios, picaportes y hasta bancos para que nuestros chicos puedan aprender. En Rosario, "capital mundial de la Lengua y la Cultura Españolas", el salario básico de un maestro no llega a los 60 euros y el sueldo de bolsillo ronda los 180 euros. Para hacer oír nuestra voz y no ser meros espectadores del circo de los poderosos. Para multiplicar nuestro grito de dignidad y hacer que nuestra situación se conozca en todo el mundo.Para romper el círculo de la historia y lograr que nuestras riquezas no vayan al exterior y se queden en el país en beneficio de todos.Nuestra identidad no es la que vienen a imponernos sino la de los pueblos originarios, que nace antes de la matanza y el arrebato de sus tierras; la de los inmigrantes que llegaron en busca de un lugar en el mundo; la de los 30mil desaparecidos que lucharon por un país libre; la de todos aquellos que somos parte de las luchas de nuestro pueblo y que sufrimos hoy la persecución judicial y la cárcel.No estamos dispuestos a estar callados ante semejante hecho político y acatando lo que las autoridades municipales, provinciales y nacionales organizan para que nos quedemos afuera ordenados y contentos, pagando con el sufrimiento de muchos un congreso para pocos.Por la defensa de la salud y la educación públicas.Por el aumento del presupuesto en salud, educación y cultura.Por el no pago de la Deuda Externa.Por el respeto y desarrollo de las culturas indígenas y de su derecho a la propiedad de la tierra.Por el apoyo a las reivindicaciones de los trabajadores de la cultura.Por trabajo y mejores salarios para todos.Por la defensa de todas las fábricas recuperadas.Por el desprocesamiento de todos los luchadores y la libertad de los presos políticos.

EL TEMA DE LA TELEVISIÓN ‘PIQUETERA’
por Miguel Mirra

Ponencia presentada a la Mesa de metodología y políticas del Movimiento de Documentalistas

La television “piquetera” ha hecho su aparición. Nefasta aparición por su metodologia y práctica de un populismo foquista comunicacional, enemigo frontal de la autoorganización y movilización de los nuevos movimientos sociales en el terreno de la comunicación.Cualquiera que pretenda seriamente realizar una caracterización seria de la televisión piquetera tiene que hacerse algunas preguntas, y contestárselas sin especulaciones de secta o aparato.La primera pregunta nos conducirá a descubrir el populismo, modelo reiterado si lo hay en la política tradicional:¿De quién es el trasmisor con que se realizan las emisiones? Parece una cuestión secundaria, pero no lo es en absoluto: es fundamental. Si el trasmisor no pertenece al movimiento de trabajadores donde la televisión piquetera desarrolla sus “acciones”, sino que es propiedad de alguien ajeno al barrio, estamos en un típico caso de paternalismo populista: el grupo supuestamente sujeto emisor de la comunicación no es dueño de los medios de producción comunicacional y depende de un “buen patrón” que se lo preste, y no es novedad que la libertad de expresión tiene como condición de posibilidad la propiedad del medio de comunicación imprescindible para concretarla y para sacarla del mero enunciado democrático burgués. Y que nadie argumente que en los casos conocidos el “prestador” no es un patrón, porque lo que importa no es su aspecto, sino el rol que cumple.Algunas otras preguntas más nos conducirán a descubrir el aventurerismo foquista, modelo anacrónico si lo hay para esta etapa:¿La televisión “piquetera” es capaz de sostener el proceso comunicacional en el tiempo o se limita a esporádicas emisiones propagandísticas? ¿Las emisiones son acciones de “propaganda comunicacional” al estilo de la propaganda armada o son parte de una activa movilización popular en la comunicación?. ¿Las emisiones son “acciones ejemplificadoras” de una vanguardia o el producto de un proceso de organización popular autosuficiente y autogestionada?.Las respuestas son obvias. El Movimiento de Documentalistas no puede participar ni directa ni indirectamente de tal propuesta. Y no solamente tenemos que negarnos a participar, sino que debemos desenmascarar dicha práctica entre los compañeros del movimiento social. Al mismo tiempo, y esto es fundamental, debemos apartarnos de los grupos que cedan a la tentación de hacerle seguidismo a esta práctica populista, aventurera y foquista, totalmente ajena a las formas de auto organización y movilización de los nuevos movimientos sociales. Por supuesto, como siempre ha sido, no llevaremos a adelante ninguna discusión con estos grupos ya que nunca en ninguna circunstancia el Movimiento de Documentalistas le dice a nadie lo que tiene o no tiene que hacer. Respetamos las elecciones de los demás y nos reservamos el derecho de realizar las nuestras.Para concluir, trascribimos algunos párrafos tomados de otro documento referido al agitado tema de la contrainformación.“Pero la propuesta de controlar los procesos comunicacionales de los trabajadores, de los sectores populares y de los nuevos movimientos sociales apareció una y otra vez disfrazada con diferentes nombres, formatos y soportes conservando su esencia usurpadora y manipuladora de la producción de información en nombre de los verdaderos protagonistas de los procesos de movilización social. Por ejemplo, los noticieros obreros, aún a pesar se sus estrepitosos fracasos, así como el novedoso engendro paternalista y foquista de la televisión “piquetera”......Es que la contra información como práctica comunicacional en la actual etapa, ya sea por la vía de noticieros obreros, por la de videos propagandísticos, o por la de la televisión “piquetera”, es una variante de la pequeño burguesía intelectual desesperada que da manotazos de ahogado para no perder el protagonismo que detentó en el terreno de la comunicación “progresista”. El secreto es “inventar” mecanismos de comunicación que pueda controlar y ofrecerlos como la panacea en los barrios para no quedar subordinada a los procesos comunicacionales que desarrollan los nuevos movimientos sociales de manera independiente y autogestiva. El Movimiento de Documentalistas nunca tratará de usurpar el protagonismo a los trabajadores ocupados y desocupados en el terreno de la comunicación y de la producción documental. Nuestro mejor rol debe ser el de construir juntos las herramientas para que puedan producir su propia imagen y sus propios mensajes sin depender de grupos o medios ajenos, incluídos nosotros mismos....”

MUNDOS
por Fernando Alvarez

El problema no es qué hizo o dejó de hacer la clase media, el problema es qué dejamos de hacer nosotros. Si nosotros que estamos así no pudimos generar un proyecto alternativo, como se lo vas a pedir a un tipo que piensa que tiene la vida más o menos asegurada-.El que dice esto es un señor modestamente vestido, el cuello de su remera se ve gastado, tiene barba de un par de días y anteojos de vidrio grueso. Los dos formamos parte de un círculo de seis o siete personas sentados en sillas blancas de plástico, -iguales a las de mi casa, pienso-Estamos en una habitación que antiguamente formaba parte de algún taller o algo así porque está al lado de un galpón. No se si alguien lo reclama, nuestros anfitriones lo han ocupado hace ya un tiempo.Hicimos 30 kilómetros desde el centro, sobre la ruta se mantenían los negocios pero en las transversales había desaparecido el asfalto cuando llegamos a la calle que nos trajo hasta aquí.No hay ni un árbol afuera, la calle de tierra es una sucesión de baches, no hay veredas. ¿porqué acá en tanta tierra baldía casi no crecen árboles? Hace mucho calor, afuera en un patio se desarrolla una especie de miniferia donde 15 ó 20 mujeres, exponen lo que tienen para vender o trocar ( bombachas con encaje, corpiños, remeras, pimientos verdes, limones, no alcancé a ver más). Algunos perros entran y salen de la habitación con libertad, contra una pared hay una biblioteca grande, con libros de ediciones populares a los que se los ve ajados, reconozco una edición de salvat que se vendía en los quioscos hace como treinta años, más allá hay una bandera de un metro por un metro, roja con letras negras, dice MTD. Ya han pasado las presentaciones, ya explicamos nuestra propuesta, talleres de video de modo que sean ellos mismos los hacedores de su propia imagen.-Este es el primer año que fuimos a Porto Alegre nueve compañeros, siempre iban dos, y este año, por primera vez, pudimos ir nueve-se entusiasma una señora rubia, de rulitos, no se calcular la edad de las mujeres de más de cuarenta y menos de ochenta, me parece que tiene más de cuarenta.-Cuando presentas el libro, te da tanto embale, salís con ganas de escribir otro- el que hace este comentario es un señor que ha escrito "De la culpa a la autogestión", morocho, algo bajo (en mi barrio le hubieran dicho el petiso). Se llama Toty.Un muchacho con una cámara entra y no sé porque me acuerdo de "El americano impasible" aquel personaje de Graham Greene.-Acá hicimos funciones de cine para los pibes, las veían en el televisor , igual eran películas nuevas, veinticinco centavos las películas y el pochoclo, sin pochoclo parece menos cine- cuenta el Toty- de todas maneras venían los que preguntaban puedo pasar a buscar a mi hermanito, y esos también se acomodaban y recibían pochoclo, pasaban las mamás a tener a upa al nene, fue bárbaro, para ellos era un cine. Un padre se enojó, porque vino y vió el televisor . Entonces dijo "para esto la ven en mi casa".- Todos se ríen de la anécdota- Uno de los presentes acota- fueron las madres las que lo rajaron, le dijeron bueno, si no le gusta déjese de joder y llevesé el pibe.... la conversación se estira. En un momento, poco antes de que nos fuéramos la mujer rubia dice - . Ellos pensaron que nos íbamos a dejar morir.-

Estamos en una oficina dentro de lo que fue un banco, uno de esos a los que manos ávidas dejaron sin dinero. En lo que fue el salón principal se desarrolla una clase de danza árabe, quince alumnas de diversa edad siguen los pasos de una profesora con total concentración.También esto es conurbano, pero los edificios y casas de alrededor tienen buen aspecto, decenas de líneas de colectivos pasan por la puerta y hacen que los vidrios de la oficina tiemblen permanentemente. En la puerta, en unos carteles, se lee que se los quiere desalojar, parece que otras manos ávidas han comprado el derecho de engatusar a la gente. Cuatro o cinco veinteañeros con aspecto de no ser del barrio, charlan en la puerta, uno de ellos tiene una remera que reproduce la bandera de Venezuela y una inscripción de no se qué bolivariano. Nosotros estamos reunidos con otros dos. Enfrente mío hay una biblioteca con algunos libros y una imagen del Che. Nuestros anfitriones son dos, una chica de alrededor de veinte años y hermosos ojos marrones- si fueran celestes serían muy parecidos a los de mi hija- pienso, y un muchacho de unos pocos años más. El orienta la conversación, ella participa mucho. Nuestra propuesta es parecida, taller de fotografía etc, y es bien recibida. Nos cuentan las características del barrio donde trabajan-"Entrevías" se llama, también le dicen "La tierrita", ahí tenemos un comedor comunitario, una panadería y hacemos una revista. Habíamos hecho un acuerdo con la municipalidad pero no nos dan nada, yerba nada más. Y nosotros no podemos vender el pan al precio de una panadería .A los pibes le cuesta salir del barrio, le tienen miedo al exterior, y no solamente porque los llevan por portación de cara. Cuando vamos al piquete uno ve que tienen miedo, por ahí en el barrio son capaces de estar entre los tiros, pero afuera se sienten inseguros. Es un buen grupo, un grupo sano ninguno es de robar, nosotros conocemos quien anda en el choreo en el barrio, de hecho nos robaron una vez el comedor, pero igual no los discriminamos. Ojalá se prendieran las mujeres en la actividad, en realidad ellas son el centro de las tareas, al trabajo comunitario ellas son las que lo hacen. Y si hay charlas, son las que participan. Si es sobre violencia familiar o sobre sexualidad, los varones no vienen. Ellas son las que más trabajan y encima al llegar a la casa muchas veces les pegan. O por ejemplo, hay mujeres que a lo mejor tienen seis hijos y no saben lo que es un orgasmo- cuando dice "orgasmo" nuestro interlocutor se siente incómodo. - Queremos seguir con la educación para adultos, hay tanta gente que lo necesita, no es que por eso sean menos, mi viejo no sabe leer ni escribir, y para mi es un capo, se maneja en la ciudad, va, viene, trabaja.

Estoy en la oficina donde trabajo día a día para ganarme el sustento. Un local muy cerrado, se respira porque hay aire acondicionado. Mi interlocutor es mi empleador. Tiene un negocio gracias a un favor político y desde hace doce años embolsa más o menos veinte o veinticinco mil pesos todos los meses, ha habido meses malos de quince y buenos de cincuenta. Le faltan algunas materias para recibirse de abogado. Ambos leemos el diario que yo compro todos los días. Traje oscuro de medida, camisa blanca impecable, corbata de seda, Rolex y encendedor de oro.-Ayer lo ví a Conzi-dice- yo creía que era alto, pero no, ¡es así!- -¿A quién, al asesino? -Pregunta alguien.-No boludo, al hermano. Ayer fui a Dallas. Yo voy a Dallas a comer una o dos veces por semana porque tiene pelotero - me explica. -Con los pibes no puedo ir a otro lado. Yo pensaba, como lo debe estar puteando este Conzi al hermano. Mirá el lugar tiene como ciento cuarenta cubiertos, antes del crimen, jueves, viernes, sábado y domingo había una espera de cuarenta minutos. Yo no porque a mi ya me conocen, voy con reserva. Ayer había como mucho el ochenta por ciento ocupado, ¡sabés la guita se está perdiendo!

ESTÉTICA REVOLUCIONARIA
por Fernando Buen Abad

“La Revolución Bonita (1)
” ¿Chávez es Feo?¿Cómo hacer visible la belleza convulsiva (2) de la Revolución Bolivariana?

Mientras los dispositivos alienantes del neoliberalismo buscan por el mundo la manera de “dominar” cerebros y entristecer corazones, la Revolución Venezolana avanza paciente y esmerada (o sea a su ritmo) en la búsqueda de sus símbolos nuevos, sus emblemas frescos, sus lenguajes florecientes. Mientras el Imperialismo neo-nazi genera muerte, destrucción, miseria y barbarie en los países coloniales y semi-coloniales; mientras pinta con desolación los imaginarios actuales, mientras hace lo indecible por secuestrar y fulminar al porvenir… mientras padecemos el gran embrollo de las mafias mercantiles trasnacionales; Venezuela crea colores, canciones, teatro, poemas, danza… cine y televisión en pleno proceso revolucionario. Venezuela, desde abajo, hace lo que debe hacerse: hace que la ética sea la estética del futuro. Pongamos, por ejemplo la guerra contra la cultura de la burocracia (3) , lucha hermosa si las hay.Pero eso no se logra por decreto ni con “buenas voluntades”, no se consigue con “buenos propósitos”, ni con “buenos muchachos”. La producción de un movimiento estético genuino, desde las bases, no se logra a con escarbar en los repertorios folklóricos para revivir lo que le “gusta al pueblo” y disfrazar de popular aquello que decide una élite. Las condiciones y los tiempos han cambiado. No se madura una estética revolucionaria sólo por inventar fraseologías novedosas “lindas”, en audiovisuales, estaciones radiofónicas, realizaciones revisteriles o cibernéticas… No nacerá semejante estética de la Revolución plagiándose la vieja estética de las oligarquías, su pasión dudosa por los “clásicos del arte” ni sus adoraciones demagógicas por la “ilustración”. El surgimiento de un proyecto estético revolucionario no nacerá de los costumbrismos, de los conservadurismos, de las burocracias ni de las sectas. No será obra de los funcionarios ni de los empresarios. Es imposible revitalizar el mundo en que vivimos, es inútil aferrarse a él, es preciso atreverse a cambiarlo críticamente desde sus logros mejores y desde abajo. Si hay un movimiento estético naciente lo hay porque hay proceso revolucionario y a él responde. No hay mejor motor hacia una producción estética radical (desde las raíces) en Venezuela que la propia revolución hacia el socialismo. Pero se trata de una producción en transición que refleja su dialéctica y sus urgencias. No puede haber una producción simbólica, una revuelta de los signos, un ascenso semiótico, artístico, comunicacional, revolucionario definitivo y absoluto. Es simplemente un error esperar que la semiosis actual de Venezuela alcance para emblematizar a la Revolución toda, que apenas nace, porque aun sus mejores triunfos serán siempre perfectibles. La belleza de la revolución no nace de los “mass media”, la belleza de la revolución no sale de los discursos, la belleza de la revolución no nace de los congresos ni de los simposios. Nace de la Revolución misma. Pero su nacimiento es un parto difícil y es necesaria una mayéutica (4) que ponga atentos y obedientes a cuantos actores sean capaces de apoyar, proteger y construir la transición, el parto. Que nazca la Revolución no implica que viva, habrá que hacer miles de cosas para que su belleza convulsiva y transformadora crezca, embarnezca y luzca plena para todos. Mayéutica con políticos, militares, economistas… mayéutica barrio adentro, alma adentro, cerebro adentro con campesinos, estudiantes y obreros. Mayéutica con todos y en todos. La estética de la Revolución requiere medios de comunicación para hacer visible la Belleza Revolucionaria que todos la vean y comparen lo que aportan, que todos la miren activamente, sus medios y modos, las relaciones sociales para producirla y que la extienden y perfeccionen, que sean esos medios la revolución Bonita de Carne y hueso que no la den por “terminada”, que no la den por institucionalizada, que no la den por “definitiva”. Que la hagan Revolución Permanente. Radiodifusoras, televisoras, periódicos, páginas web… revolucionarios y revolucionándose incluso, claro, en la estética también. La clave es insistir, insistir, evaluar y volver a probar con un programa revolucionario consensuado e incisivo.La Revolución Bonita transformará el estado de cosas que la humanidad heredó. Transformará todo con una lucha semiótica contra los conceptos o significados que la han frenado. Tomará de ellos lo mejor y avanzará permanentemente. O será nada. Hay que capacitarse para dominar las técnicas y capacitarse para liberarnos de los esquemas ideológicos más pertinaces y contradictorios, clichés que repetimos inconscientemente, o casi. Educarnos para des-educarnos y re-educarnos Educarnos para superar lo que nos enseñaron, educarnos para ser sensibles a nuestras sensibilidades nuevas. Educarnos para una estética que no conocemos, que nos impone desafíos nuevos y que, para ser fiel a la revolución, se mantendrá en cambio constante. Entonces educarnos para superar lo que hemos sido y ser esta vez mejores… eso sería hermoso ¿No?Un ejemplo ¿Intrascendente?Estudiar la profundidad de una transformación en la estética de la sociedad, desde la médula misma, no es cuestión sólo de artistas, galerías, políticas culturales o sabihondos del “buen gusto”. Los poetas, pintores, músicos, teatristas, vídeo astas, intelectuales, bailarines… no son más dueños ni más hacedores de Belleza que los obreros, los panaderos, los electricistas... El problema está en la sangre y en los huesos, en las circunvoluciones mismas del cerebro y tatuado a la vida diaria. Hay que ver. Una mujer, entrada quizá, en el segundo lustro de sus sesenta años, dijo con un matiz fonético no venezolano y con la impudicia que suele tenerse bajo ciertos efectos ideológicos: “Que feo que es Chávez”. ¿Qué representa, cuánto representa a cuantos expresa? Lo dijo en el restaurante de un hotel en Caracas, durante la cena. Demos fe. Otra mujer, sentada a la mesa no muy lejos, que se sintió tocada por el rayo de ciertas coincidencias de clase, con una mirada cómplice, más sonrisa socarrona que mirada, tejió una red de complicidades históricas; con estratificaciones insondables y perfiles escuálidos “for export” incontables. Movió la cabeza lentamente, de arriba abajo, con un veredicto cómico y vengador en nombre de la burguesía latinoamericana y local. Asintió con convicciones absolutas. Fue cosa de un instante. Ambas mujeres “guapas”, foráneas con la guapura estándar del “buen gusto” estándar. Perfumadas estándar, teñido el pelo de manera estándar y con joyería estándar, destilaban feromonas muertas en una epopeya matrimonial estándar que, a todas luces, resultó tragedia. De los maridos sólo era visible la espala añosa y encorvada por los años y los kilos.Pasó al lado de esas mujeres, como quien va al baño, otra dama estándar, también nalgona y embutida en sus ropas, gorda estándar, venezolana a decir por el “cónchale vale, hasta que alguien dice algo sensato” que masticó audiblemente mientras sucumbía a un orgasmo político de ocasión. Un triangulo de miraditas, una moraleja reptante, un brillo de labios, (estándar), malicioso. Todos sentimos pasar el viento de La Revolución Bonita que cimbró los valores estéticos de esa clase en franca decadencia. De no ser así nadie hubiera detectado el cuadro tragicómico de esa expresión con lamento grotesco. Chávez sabrá disculpar.Ontología concreta de la Revolución BonitaLa estética revolucionaria en tanto que producción social de imágenes e imaginarios para la transformación, hacia fuera y hacia adentro, ha de ser tarea de todos los sectores y sujetos que se dispongan a interrogarse inteligentemente, dispuestos a auto-transformarse crítica y dialécticamente. No se trata de “abandonarlo todo” se trata de analizarlo todo, elegir lo mejor y dar lugar a lo nuevo que late fuerte a los pies de la vida cotidiana. La Revolución Bonita no es una bandera, aunque se sirva de algunas. No es un sello ni una “marca”. No se puede construir como se diseña una “Imagen Corporativa”. La revolución Bonita es cada una de las ideas nuevas que aparecen en cada una de las cabezas que quieren un mundo mejor. La revolución bonita es la suma de esas ideas cuando se organizan. La revolución bonita es la suma de todas esas ideas en acción organizada para transformar al mundo… la revolución bonita… su belleza convulsiva más espléndida, es cada triunfo de esas ideas nuevas acrisoladas bajo la praxis del socialismo. La revolución bonita es una praxis, una lucha estética dialéctica y superadora. La Revolución Bonita está ahí donde los campesinos miran futuro y siembran convicciones, está en el entusiasmo aleccionador que hace del Petare un laboratorio fantástico y una escuela poderosa, la Revolución Bonita está en los profesores y los estudiantes que aprenden a leer y escribir, que levantan su bandera de libertad frente al analfabetismo y conmocionan toda la estructura educativa para que todos se “pongan las pilas” y sean mejores en las secundarias y en las universidades. La Revolución Bonita es la templanza de los obreros reviviendo sus fábricas y la hondura de su inteligencia para derrotar cualquier reflujo. Hoy Venezuela es más hermosa por revolucionaría que por cualquier otra razón. Eso no niega la “belleza” que hubo antes, sólo que hoy es tan distinta y tan de todos que uno tiende a eclipsarse legitimante subyugado bajo la hermosura de las cuentas claras, del petróleo sembrado, de las escuelas ganadas, de los enfermos atendidos y curados, del hambre desterrada, de la ternura disciplinada, del tun tun de las caderas con sus imanes caribeños movilizando acuerdos, alianzas… amores solidarios por todas partes. Eso ha sido posible en Venezuela, su Revolución Bonita lo ha hecho posible y eso es maravilloso, aunque falte tanto por hacer. No hay marcha atrás. La Revolución Bonita está en los consensos nuevos, en las elecciones ganadas en los debates abiertos, en las tareas asumidas y en todo lo que esta pendiente, incompleto, indefinido y corrupto. Falta mucho. La Revolución Bonita está también el sudor del ejército de reservistas, en los médicos y en los voluntarios, es todos esos que traen ganas de poner el pellejo para defender el corazón. La estética de la Revolución es una tarea urgente y por eso es una tarea que tomará tiempo, que involucrará a muchas generaciones, que avanzará por aproximaciones sucesivas, de manera desigual y combinada, con ascensos y retrocesos… como debe ser. “No se puede madurar una manzana con un soplete” decía Adolfo Colombres. Habrá de producirse una Belleza nueva capaz de transformar la vida... cambiar al mundo. Y para eso hay que apurar una Estética militante de la libertad e investigadora fantástica de la Belleza Revolucionaria, magnética, que encienda todas las usinas amorosas en la resolución de los problemas en la vida práctica, que ayude a liberar a la humanidad de todo aquello que la aprisiona en los límites de sus necesidades más elementales. Belleza capaz de iluminar con sus fulgores las zonas más intrincadas del la vida, de los universos interiores y exteriores. Y hace falta una Estética Revolucionaria para la reclasificación programada y espontánea de las cosas según un orden más profundo y más preciso e imposible de dilucidar mediante la razón de la miseria. Ya hemos visto que a la Belleza se la usa como Caballo de Troya. En las escuelas, los espectáculos, los círculos intelectuales y científicos… para desembarcar ejércitos ideológicos y doctrinas domesticadoras que “elevan” al espíritu de los pueblos y lo alejan de esos de hábitos “ignorantes” que afean el decorado burgués. Tomemos el derecho de llevar adelante, tanto en literatura como en arte, en ciencia, en educación, en agricultura y en carpintería… la investigación de nuevos medios de para la Belleza revolucionaria. Opongámonos a cualquier tentativa de limitación del campo de observación y de acción que la humanidad aspire a crear intelectualmente para atender sus necesidades estéticas. No resignemos el lugar del arte, la ciencia… la poesía toda, a participar en la lucha emancipadora de la Belleza, permaneciendo enteramente libres, en su dominio específico. Sin que “libertad” implique indiferencia, sin que libertad suponga falta de solidaridad con la lucha obrera y campesina. Coincidamos en que bajo las condiciones actuales de genocidio, en todas sus formas, la tarea suprema del arte, la ciencia y el pensamiento es participar conciente y activamente en la preparación y triunfo de la Revolución Bonita. Acordemos que ni científicos, ni intelectuales, ni aristas pueden servir a la lucha emancipadora a no ser que estén subjetivamente penetrados por la necesidad revolucionaria organizada, social e individual, que traduzca el sentido y drama de la revolución en sus nervios para que procure libremente dar una encarnación artística, científica etc. a su mundo interior y exterior. Coincidamos en no someternos a burocracia o secta alguna. En no aceptar la Belleza por etapas o en un solo país. Todo está aún por hacerse, por avanzado que vaya, lo estará siempre. No hay obra acabada. La Revolución Bonita está en pie de guerra, de cabo a rabo, con el cielo lleno de estrellas que soplan sobre nuestros pechos marejadas de deseos revolucionarios. Uno lo ve lo siente en las artes como en los deportes. Uno lo ve de lejos y de cerca, en los barrios y en los estados. Uno lo saborea y lo huele. Algo está cambiando en los juicios y en los perjuicios, en las dudas y en las deudas… como era de esperarse, sin desesperarse. Con sus medios propios, sin mordazas en poco tiempo avances grandes. Eso es maravilloso y concreto. ¿Quién los sigue? ¿Quién lo iguala? ¿Quién más le entra? A estas alturas la Revolución Bonita tiene el entusiasmo intacto. Vivitos y coleando. Sólo lo maravilloso es bello.

FILOSOFIA DE LA IMAGEN DOCUMENTAL
por Fernando Buen Abad

Aunque algunas definiciones dominantes aluden a producciones audiovisuales, el documental es mucho más que películas o videos. No es sólo documental lo que se registra audiovisualmente para ser exhibido en circuitos más o menos marginales o marginados. Caben en el documental cartas, crónicas y bitácoras escritas o habladas, caben objetos diversos, vestimentas, olores o aromas, texturas y emociones. Cabe también lo invisible.El documental no es un ente incorpóreo que habita en latitudes extraterrestres desde donde ilumina con sus reflejos la inteligencia de ciertos elegidos. El documental es producción de Imágenes concretas de individuos concretos que bajo intereses concretos eligen esa parte de la realidad que consideran pertinente para sostener hipótesis más o menos precisas. Es producción o selección de Imágenes concreta inevitablemente comprometida con sus marcos teóricos y metodológicos y necesariamente obligada a someterse a exámenes éticos y estéticos aunque se omitan con frecuencia. Por eso el término documental con sus Imágenes suele necesitar adjetivos que le recorten sobrantes y faltantes para definirse con exactitud. Toda praxis documental posee una tensión dialéctica compleja, entre contenidos y formas, que no se agota con tipologías.El documental requiere investigación, financiamiento y exhibición críticas y auto críticas. Son sospechosas las definiciones de escritorio despegadas de la praxis documental. Documentales científicos , históricos , educativos , políticos , institucionales producidos, según los cánones o estatutos más rigurosos de algunos cenáculos académicos, pueden ocultar propaganda mercenaria al servicio del engaño, la explotación y la miseria. ¿Quién pone el dinero para hacer documentales, quién los hace, cómo los hace, desde dónde, para qué? ¿Dónde exhibe, muestra, expone? No son preguntas secundarias ajenas al repertorio de ideas e intereses que dan base y metas a la realización documental se muestre como se muestre. No basta con presentar secuencias de Imágenes en hechos testimonios o documentos con una objetividad que no ha sido capaz de precisar acabadamente sus relaciones con la historia, con los conflictos de clase y con sus compromisos sociales. La idea judicialezca de que el documento positivamente adquirido y mostrado basta para formular juicios sobre la realidad peca de ingenua. No basta con el hecho , se requiere el análisis del hecho . Histórico, científico político... Todo documento es, él mismo, sujeto de interrogaciones múltiples. ¿Cómo se consigue, quién lo provee, qué pide a cambio, en qué contextos, con qué argumentos? Un documento no es cosa sagrada , o Imagen de totalidad, que adquiere autoridad social por sólo por existir, ningún documento tiene valor sin su contexto histórico y no hay metafísica de la prueba capaz de sostenerse sin una relación detallada de sus nexos con las condiciones y contradicciones concretas de individuos concretos determinados por relaciones sociales concretas.Tampoco puede el documental con sus imágenes ser inocente o indiferente a su obligación de auto, definirse tras un proceso de debate y síntesis filosófico práctico donde actúen los conceptos realidad , verdad , objetividad , Historia como agentes definitorios de su inspiración y acción políticas en las ciencias, la historia, la antropología etc. Captar la historicidad de los procesos es pensar históricamente. Es que nadie hace documentales inocentemente. Toda praxis documental , en cuanto reproducción o representación de la vida y sus condiciones objetivas, está mediada por la reflexión y la reflexión es una dimensión de la praxis social. Por la relación dialéctica e indisoluble entre teoría y práctica. Quienes piensan que el documento sólo debe servir para informar, incluso educar , con la idea de que esto es posible de manera aséptica... objetiva (eso quiere decir desvinculándose de toda referencia ideológica) pretenden un documental a, político imposible. Inexistente. Hay incluso quienes piden no opinar , abstenerse de evidenciar el pensar propio ante documentos presentados in Vitro . Estos son los más sospechosos. Se oponen a lo tendencioso con una tendencia de ocultamiento que ellos practican, y ocultan. Suelen llenar espacios en organismos burocráticos gubernamentales, partidistas, universitarios. Suelen ser conspirativos y perversos vestidos con togas y birretes de cientificidad inmaculada fácilmente convertible en conferencias, becas, congresos y publicaciones. Suelen ser funcionales a un sistema de ideas donde se dedican a fabricar documentales y documentos anodinos basados en la ambigüedad, la falta de rigor, la autocomplacencia de élite y el buen gusto de no molestar a nadie con ideas e imágenes políticas incómodas. Ideólogos posmodernos defensores de cierta pureza heredera universal del ocultismo. Un recurso fácil contra el documental o el documentalista no asépticos es satanizarlos con el típico estilo Torquemada. Son quemados con la leña verde más fina de la indiferencia y los epítetos maniqueos. Son sometidos reducciones inclementes y acusados de políticos , de propagandistas de izquierda , resentidos y, ¿por qué no?, de envidiosos . Suele, incluso, suscitarse una creatividad frondosa preñada con humorismo cruel donde no escasea la puesta en duda y subestimación de la inteligencia. Tácticas, en su mayoría, descalificadoras ideadas para cerrar el paso de toda expresión que no ensamble complacientemente con los pensamientos y acciones hegemónicos. Intolerancia y autoritarismo, puede decirse. Hay muchas argucias para despolitizar la historia y el documental a favor de discursos e Imágenes sin fuerza interior y sin pasiones . Un documental que se niegue a asumir la politicidad de lo histórico y sus implicaciones será sospechoso de ignorancia, indiferencia e indolencia porque desaprovecha los avances teóricos y prácticos del conocimiento social e histórico desde la época de Marx.Pero el problema mayor del documental no radica en sus ideas e Imágenes (y su diversidad) sino a quién sirven tales ideas e Imágenes. El documental es praxis de un proceso de Imágenes complejo trabado con la realidad toda, realidad que, en cierto sentido, tiene una existencia externa al hombre, y que, por la praxis, se convierte en una realidad social. En este proceso, hombres y realidad e Imagen se transforman teórica y prácticamente. Y el tipo de teoría y praxis que es necesaria siempre es aquélla que se inspire y responda en a la idea y práctica de libertad, «praxis sin teoría, es decir, por debajo del estado más avanzado del conocimiento, ha de fracasar necesariamente [...]» se refleja el hecho de que la sociedad representa una unidad dialéctica entre ser y conciencia, y por tanto es un todo . No totalitario.Es en la práctica documental donde la reflexión teórica logra la demostración de la verdad con Imágenes, pero no de manera directa. Son imprescindibles el análisis y la interpretación (la reflexión que complementa la acción); en otras palabras, la práctica se constituye en el criterio de verdad, lo que significa que es necesario el enfrentamiento de la teoría y de la práctica, de la reflexión y de la acción... documental y documentalista no están exentos. Pero hay que estar en contra de las formas más estrechas de la actividad práctica.Sin teoría revolucionaria del documental y de la Imagen no puede haber movimiento revolucionario del documental y de la Imagen en general. El desarrollo del conocimiento humano es imposible sin un desarrollo de la sociedad humana; hay barreras objetivas, que impiden prácticamente cierto conocimiento de la realidad humana, barreras que en última instancia solamente puede superar una acción real que, como dice Marx en las Tesis sobre Feuerbach, sólo es concebible, racionalmente, como praxis revolucionaria. El documentalista debe ser bastante cauto como para atreverse a dar recetas de índole general que primen sobre el material histórico concreto, sin considerar las particularidades de cada contexto. Hay que tener cuidado con el método y modo de mirar los hechos para no caer en generalizaciones abusivas que conspiren contra la especificidad de cada proceso.El documentalista desarrolla un trabajo ubicado necesariamente en una posición de clase. Sea o no crítico de ella, esté dispuesto o no a transformarla y transformarse. Tal trabajo como muchas cosas de la vida misma requiere definición de objetivos y acciones consecuentes con tales objetivos. Pero la definición de objetivos como la elección o creación de acciones no se despega de la complejidad dada en una sociedad dada. Pesa sobre el documentalista y sobre su trabajo el repertorio general de contradicciones y desigualdades en el que se desenvuelve su ser y su actuar y pesa ineludiblemente su grado de conciencia sobre las desigualdades y las contradicciones sociales. Entonces el documentalista enfrenta permanentemente un debate teórico y práctico con la realidad, es de este debate y del grado de desarrollo de su conciencia y de sus relaciones sociales donde el trabajo del documentalista encuentra principios y finalidades que se mueven con la inercia de una dialéctica política que es al mismo tiempo individual y colectiva sin disociarse. Sus imágenes e ideas sobre el documental dependen de esto. Por ejemplo, El Capital de Marx es un documental desde abajo: la historia vista con los ojos de sus víctimasProponer a un documentalista que desarrolle un filosofar político correcto y concreto es, en primer lugar, proponerle un pensar y hacer crítico conjunto trabado profundamente con las ciencias más avanzadas. Es proponerle un pensar y hacer colectivo dispuesto a reconocer, una a una, las condiciones y características de la sociedad en que trabaja para caracterizarla genuinamente, incluidas las calamidades, desigualdades ycontradicciones específicas. Eso incluye su realidad laboral, su nivel educativo, sus responsabilidades éticas y estéticas. La libertad de su producir Imágenes. Eso incluye su conciencia de clase y su integración organizada y crítica con grupos avanzados teórica y prácticamente. Eso incluye su capacidad creadora para experimentar y proponerle a su trabajo documental ideas e Imágenes que renueven los diálogos más profundos a que aspire una obra que tarde o temprano pretenda ser de todos.Un documentalista puede (a caso debe) ayudarse con las categorías centrales del análisis económico no economicista. A través de ellas puede entender lo esencial si al mismo tiempo las interrelaciona para descubrir cómo se estructura y jerarquiza la totalidad social y el papel que en esa totalidad cumplen los hechos documentables . Marx, sobre la idea de totalidad, considera que en ésta se encuentra un factor dominante “la producción”; que es iluminación general donde se bañan todos los colores y que modifica las particularidades de éstos. Como un éter particular que determina el peso específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve.Cuando habla de condiciones materiales el análisis de Marx no restringe la producción al sentido económico del término, involucra todos los aspectos materiales relacionados con la producción y reproducción de la vida social, de las relaciones centrales de una determinada estructura y de la reproducción de los miembros de dicha sociedad. Indicar la primacía de las condiciones materiales de existencia supone establecer un sólido fundamento para el estudio documentalista . Ese es un comienzo en la investigación documentalista que se apoya datos medibles, cuantificables que podemos estudiar rigurosamente. Jerarquizar los datos históricos con sus condiciones materiales implica poner en el centro del documental al hombre en sociedad, liberado de explicaciones metafísicas que ubican como razón de la historia a fuerzas sobrenaturales, geográficas o extraterrestres.No es el grado de desarrollo técnico sólo lo que determina a los períodos de la historia ni la evolución en las capacidades productivas sino el tipo de relaciones existentes. Es importante la acción del hombre no disociada de la técnica, la evolución de la ciencia y de los objetos de trabajo, como si éstos no fueran obra de los hombres e hiciera parte de las relaciones humanas. Para la producción de Imágenes documentales importa mucho aquello que realmente indica cambio de una organización social y que es la transformación de las relaciones de producción en otras diferentes. Dicho de otra manera importa significativamente al documentalista eso que define una época histórica en la naturaleza de las relaciones que se establecen entre los hombres. Para que el documentalista pueda conocer con exactitud cuáles son los objetivos históricos de un país, de una sociedad, de un grupo, lo que importa ante todo es conocer cuáles son los sistemas y las relaciones de producción y cambio de aquellos. Sin ese conocimiento es posible hacer documentales parciales, que capturarán y expresarán imágenes secundarias, lejanas pero no se hará documental en el sentido que aquí se entiende porque la actividad práctica más importante no quedará explícita . La historia de todas las sociedades que han existido hasta ahora, es la historia de la lucha de clases .El documentalista puede con el análisis de las clases romper toda interpretación mecanicista de la historia. La teoría de clases en el documentalismo contribuye a enfatizar la acción de los sujetos conscientes es son motor de la historia, y del Documental , porque esa acción se desenvuelve en condiciones objetivas, donde los hombres actúan y que, de hecho modifican con sus acciones, sea para reforzar las condiciones y relaciones de una sociedad, sea para transformarlas. Resume Walter Benjamin: La lucha de clases, que el historiador educado en Marx tiene siempre presente, es una lucha por las cosas burdas y materiales, sin las cuales no existen las más finas y espirituales. Pero estas últimas están presentes en la lucha de clases, y no como la simple imagen de una presa destinada al vencedor. En tal lucha esas cosas se manifiestan como confianza, valentía, humor, astucia, impasibilidad y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos. Todo documental es un enunciado en Imágenes abierto que se crea o se descubre bajo la dialéctica social de la verdad y la realidad. El documentalista no debe ser un historiador , en el sentido empobrecedor, es decir, no debe ser un especialista cuya práctica profesional se autolegitima a partir de la reconstrucción de fragmentos del pasado, práctica anclada en un territorio reducido y un espacio microscópico, descuidando cualquier interpretación global de la totalidad social.Marx propuso la historia razonada ; o sea, una historia que ni separa ni mezcla el momento económico, el social, el político y el puro acontecer sino que los combina todos. Más aún esta historia razonada, por el brotar espontáneo de los razonamientos, por la viveza y la ironía del relato es una historia viva . Además, uno de los elementos fundamentales de una historia razonada radica en la interrelación entre estructura y acontecimientos, relación que antes de Marx y Engels no se había efectuado. Marx mezclaban adecuadamente los datos históricos y el análisis teórico es una mezcla química -afirma Schumpeter-, introdujo los datos históricos en el propio razonamiento del que deriva sus conclusiones. Fue el primer economista de rango superior que vio y enseñó, sistemáticamente, cómo la teoría económica puede convertirse en análisis histórico y cómo la narración histórica puede convertirse en histoire raisonnée.Hay un salto cualitativo necesario en las definiciones y las acciones documentalistas que implica, entre otras cosas, una táctica de rupturas y construcciones de Imágenes sucesivas y escalonadas. Romper con práctica documental exclusiva de los lenguajes audiovisuales. Romper con las ataduras estatutarias ideadas por algunas escuelas contemplativas enamoradas de la clasificación. Romper con la negación del filosofar político en beneficio de cierta inmaculada concepción del documental científica y políticamente correcto. Romper con el mito de la objetividad periodística . Romper con la idea del documentalista ignorante, cineasta de segunda categoría, que goza fanáticamente con el descubrimiento de su mirada ante el espejo de su vanidad financiada burocráticamente. Romper con la colecta de limosnas que enturbian la claridad del trabajo documentalista. Romper con los sectarismos y las auto, proclamaciones. Romper con los nacionalismos y los chovinismos. Romper con la negación de la estética y la poesía. Construir, a cambio, definiciones nuevas del trabajo y del objeto del trabajo. Construir relaciones de producción nuevas en las que el trabajo documentalista tenga dignidad y justicia como cualquier otro trabajo no alienado y no alienante. Construir un marco de trabajo nuevo donde la propiedad de las herramientas de producción deje de ser privilegio de unos cuantos, donde la propiedad privada de esos medios sea abolida. Construir una ética de investigación y documentación basada en las tesis teórico, metodológicas más avanzadas en contra de las sectas sabiondas y de los mercachifles del conocimiento. Construir espacios de exhibición y critica nuevos donde la exhibición no implique besamanos y la crítica no implique lisonjas.Construir tácticas y estrategias nuevas para la capacitación y formación de muchos documentalistas nuevos que dispongan libremente de ideas y herramientas para documentar sus problemáticas y conquistas. Construir organizaciones de base anti, imperialista con documentalistas militantes de una revolución de la Imagen y la comunicación capaz de ponerse a la vanguardia de las mejores luchas históricas, es decir, al lado de los obreros y campesinos que lideran la transformación del mundo todo.Si la lucha contra la opresión no es también la lucha del documentalista hacia una nueva sociedad, está condenado a la derrota. A menos que se tenga una idea clara del objetivo, será imposible tener una estrategia o una táctica documentalista científicas. Es totalmente natural que un documentalista esté obligado a ser un activista de la Imagen. Un documentalista es realizador de un trabajo tensionado por una distinción entre compromisos en la política y compromisos en el pensamiento. Si el compromiso es permisible en filosofía y ciencia política, el documentalista debe sostener un tacto moral que le deje incorporar sus compromisos sin dogmatismo. El documental debe ser fuerte y efectivo. Debe basarse en una comprensión clara y sobria de la situación, de las capacidades propias y de las metas. Las concesiones ideológicas debilitan al documental y al documentalista tanto como la rigidez ultra de cualquier tipo. En el trabajo documental tener objetivos claros y confianza en la justicia de su causa son condiciones imprescindibles. Todo documental es limitado. El documental no es la revolución. No puede hacer un conocimiento y acción completos. Aun siendo consciente de la riqueza y variedad de vida social, el documentalista no debe olvidar que esta se estructura de una particular manera y que su trabajo puede ser una contribución en la transformación de la sociedad y sólo eso. Necesitamos saber nítidamente de qué lado estamos. La contradicción entre trabajo y capital sigue siendo central y fundamental. El conflicto entre trabajo y capital no es solamente un choque de intereses, sino que también involucra una contraposición de valores, principios y morales. El grado de claridad que pueda y deba ofrecer esto al trabajo de los documentalistas puede traducirse en acción organizada horizontal y no autoritaria empeñada en ser eficaz y eficiente. Es un desafío colectivo que interroga sobre el nivel de conciencia y participación. Entre otras cosas pasar de la queja a la acción. El documental será revolucionario o será nada. ¿Estamos lejos?.

FRENTE A LA ASAMBLEA DE ADOC
Declaración del Movimiento de Documentalistas frente a la “asamblea” de Adoc (Asociación de Documentalistas).

En las últimas semanas un grupo de documentalistas se ha estado reuniendo para conformar una asociación que los agrupe. Dichas reuniones fueron convocadas inicialmente por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales para “iniciar un diálogo tendiente a reconocer el género documental como específico y adecuar la legislación vigente a las particularidades propias del género” según consta en el documento presentado ante el INCAA por el grupo de documentalistas que asistió a las reuniones. Luego de entregar ese documento, continuaron reuniéndose para constituir la citada asociación. Para ello, la “junta promotora” llama a una asamblea para el día 21 de Diciembre. Nosotros nos preguntamos ¿Cual es la razón para que las reuniones de los documentalistas para su organización se realicen en dependencias del INCAA? Este instituto del estado se ha convertido en administración de los intereses de los grandes distribuidoras norteamericanas, alguien puede dudarlo; casi una gerencia regional. Por ingenuidad, por comodidad, por oportunismo... Pero si un intento de organización verdaderamente independiente de los documentalistas no genera su propio espacio de reunión, entonces permítannos dudar... Parece pequeña la cuestión, pero no lo es. Si un grupo de documentalistas, que se supone ligado a la gente y a las organizaciones populares no es capaz de buscar y encontrar un ámbito independiente de reunión, o se ha pactado de hecho con el estado (ese que condena al hambre y la exclusión a la mayor parte del pueblo argentino), o se tiene una inconsistencia política e ideológica que nos lleva a dudar seriamente de sus postulados, o se esta llevando a los documentalistas a prestarle a una coartada y una pantalla a los funcionarios aliancistas de turno. Sin embargo, esta no la única ambigüedad. Entre los puntos más importantes de los objetivos propuestos para el estatuto de la Asociación dice “Difundir y sostener una política cultural en donde la existencia de un cine documental sea una importante razón de estado, en la política cultural de nuestro país, por motivos políticos, culturales e históricos....” ¿Cual estado? Nos preguntamos. Porque si no se define eso, o es una enunciación vacía de contenido, o una generación de falsas expectativas con respecto a un Estado que responde estructuralmente a su función de Estado colonial, o es un engaño manifiesto para enmascarar su verdadero rol y repartirse entre unos pocos las migajas que les arrojan los funcionarios para enmascarar su verdadero rostro.Dicho artículo de los “estatutos” cita luego diferentes ejemplos de esas políticas “como lo es en países como Reino de los Países Bajos, Francia, Alemania, España, Bélgica, Canadá, Cuba, etc” Por supuesto, decimos nosotros. Al partir de una concepción vacía de contenido con respecto al Estado, se puede echar mano a cualquier ejemplo. Pero esos ejemplos no nos sirven, porque salvo Cuba, todos los demás Estados mencionados son imperialistas. Ellos pueden generar sus propias políticas culturales como razón de estado porque lo hacen con recursos generados sobre el hambre, la desocupación y la marginación de millones de oprimidos y explotados en los países del mundo entero, y también en el nuestro. Y no vamos a abundar más, porque a partir de esta base tan endeble, todo lo demás se derrumba.Por último, ¿Cuántos realizadores participaron directamente de la elaboración de los estatutos? ¿Por qué se cambió imprevistamente el horario de la reunión del lunes 25 para conformar “la junta promotora” razón por la que muchos realizadores no pudieron concurrir? ¿Se hicieron todos los esfuerzos para que los realizadores del interior (que representan el cincuenta por ciento del total) puedan participar masivamente de la asamblea, o al menos a través de sus propios delegados? Estas preguntas no parecen tener relación con lo anterior pero mientras esperamos las respuestas sería bueno recordar que "toda organización de los oprimidos que surge al amparo del estado colonial, se burocratiza de manera irreversible y termina por traicionar sus fines". Por estas razones, y si en verdad de una Asociación que defienda los intereses de los documentalistas, la Mesa de Metodología y Políticas del Movimiento de Documentalistas, llama a la Junta Promotora a poner en debate en primer término estas cuestiones de fondo y llama a los realizadores a asistir a la asamblea, siempre y cuando se pongan en primer lugar en el orden del día los siguientes puntos:
1- Declaración de independencia absoluta del Estado.
2- Denuncia del rol colonial actual del INCAA y sus funcionarios
3- No reconocimiento de su autoridad como mediadores ante el Estado, por que ellos son el Estado.
4- El organismo central de la actividad cinematográfica debe ser dirigido no por funcionarios, sino por los realizadores y demás trabajadores del cine.
5- Por una asamblea verdaderamente democrática con delegados de todas las provincias elegidos en asamblea locales.
Mesa de Metodología y Políticas, Buenos Aires, 6 de Diciembre de 2001

GASTANDO SUELA
por Miguel Mirra

En el año 1996, el documental era mala palabra entre los que perseguían con ahínco una nota individual en la página de espectáculos. Todavía no se vendía merca cinematográfica. Los mercenarios estaban en otra parte y aspiraban a triunfar en Cannes. Esa era la época, también, en que aparecían la resistencia popular y los fogoneros de Cutral Co; y no parece casual que la historia del Movimiento de Documentalistas se remonte a ese 1996, cuando organizamos el primer Encuentro de Documentalistas.Hoy, en medio del éxito indiscutible del primer Festival Internacional Tres Continentes del Documental, nos parecen lejanos aquellos años en que nos vimos sitiados por miserias y mezquindades; sin embargo, no nos engañamos: esas miserias siguen allí con otros nombres y otros rostros, y también con los mismos. Antes se vestían de menosprecio, de descalificación, de zancadilla oportunista; casi igual que ahora. Es que los burócratas todavía siguen en sus sillones y, en medio de la crisis, se les suman otros nuevos hambrientos de subsidios y prebendas. La losa burocrática está en todas partes, no sólo en los sindicatos. Está en las instituciones y organismos de la comunicación, la educación, la cultura y en el estado transformado en administración colonial. Y los burócratas quisieron encaramarse también sobre nosotros, los documentalistas. Pero la derrota que sufrieron fue importante. La organización, la movilización y la repercusión obtenida por el Foro, la Muestra Fotográfica y el Festival Internacional demuestra que no es necesario arrodillarse ante el poder de los funcionarios en busca de migajas. Demuestra que un documentalismo independiente es posible. Seguramente, alguien con malas o buenas intenciones nos sugerirá que apoyados en el éxito obtenido podremos ahora reclamar apoyo oficial con mejores argumentos y podrá decir que con apoyo oficial el Festival saldría mejor. Nada más alejado de la verdad. Gran parte del éxito del Festival se debió a que fue realizado, y percibido así por los realizadores y el público, independientemente del estado. Esto es: no rozado por sospechas de corrupción, malversación, cohecho, peculado y demás figuras penales. Tampoco tocado por clientelismo, manipulación de la información y tráfico de influencias. Resolvimos estar muy lejos de recorrer pasillos y despachos, de palmear burócratas y funcionarios y debatir horas cómo mendigar con eficacia; y esa fue una gran decisión. Y nos felicitamos por eso. El gran logro de nuestra actividad está allí: la concretamos sin doblegamos ante el peso de los aparatos. Lo hicimos desde abajo, solidariamente, dignamente.¿Saben qué? Creo que tiene asidero el dicho popular: Dime con quién andas y te diré quien eres. Nosotros preferimos andar lejos de los trepadores que se gastan el fundillo de los pantalones revolviéndose en los sillones del poder. Preferimos andar cerca del suelo con nuestros compañeros y caminar la vida gastando suela.

HUELLAS
por Miguel Mirra

Todos sabemos que los documentalistas somos unos pocos, entre los millones de oprimidos. Pero también debemos saber que tenemos una misión que cumplir. Una misión nada prescindible. ¿Conocen las pinturas de la Cueva de las Manos? Ese, me parece, es el mejor ejemplo de cuál puede ser nuestra función. Más allá de quienes seamos cada uno, todos y cada uno tenemos que dejar las huellas entrelazadas de nuestras manos en fondo de la caverna oscura. Entonces, esas serán las huellas de todos, no sólo las de cada uno, no sólo las de los documentalistas, sino las de todos. Pero para eso, al igual que los pintores del río Pinturas, podemos ser cada uno un par de manos que dejen sus huellas propias e irrepetibles pero, por sobre todo, tenemos que ser un conjunto de manos que dejen un tejido entrelazado de huellas que hablen por todos, no solo por nosotros, sino por todos. ¿Saben qué? Yo sólo puedo hablar por mi, pero junto con ustedes, puedo hablar por todos. Junto con todos. Entonces el trabajo documental pasa a transformarse en el trabajo de todos y cada uno, atravesado por una autoría a la vez individual y colectiva. Un entretejido donde cada hebra existe por si, pero entre todas hacen la manta que nos abriga del invierno.Se acabaron, entonces, las pretensiones de estrellato, porque la única estrella pasa a ser la intrincada huella colectiva que construimos entre todos. Se acabaron también las disputas de cartel o marquesina. Nadie buscará dejar sus huella más arriba que las de los otros, sino más entrelazada. Y se acabaron los mercenarios y los funcionarios: no se puede dejar huellas con las manos enguantadas. Pídanme que me despelleje las manos tratando de dejar mi huella junto con sus huellas, pero no me pidan que me ponga guantes.
20 de Diciembre de 2001.

IDEAS FUNDACIONALES DEL MOVIMIENTO
por Miguel Mirra

Documento presentado en el Primer Encuentro Nacional del Movimiento de Documentalistas.

Aunque el primer encuentro, en 1996, estuvo encabezado por la propuesta de analizar la relación entre documental y ficción, la primera idea fundacional y que movió la construcción del movimiento fue algo así como el intento de resolución de la opción contenida en la frase “el documentalista entre la mirada y la acción”. Ese fue el nombre de la primera publicación del Movimiento, una revista que acompañó el primer Festival nacional de cine y video documental que organizamos en 1997, en Avellaneda. Nuestra preocupación pasaba por sentirnos navegando entre la mirada, es decir el encuentro, y el movimiento, es decir la acción. En esa época nos llamábamos “Encuentro de Documentalistas”; con el paso del tiempo nos dimos cuenta que todavía nos estábamos encontrando, nos estábamos “semblanteando”. Ya llegaría el tiempo de movernos juntos, de pasar a la acción. La primera idea fundacional, aunque desarrollada con el tiempo, sería entonces el documental es acción.Para la organización de ese primer Festival aceptamos el ofrecimiento del municipio de hacer los afiches. Dos días antes de la apertura, cuando los afiches llegaron, vimos con perplejidad que en toda la franja inferior aparecía, como si el Festival fuese parte de su gestión, el nombre del intendente. Luego de algunas idas y venidas, esa noche tomamos una decisión: tijera en mano los compañeros de difusión cortaron toda la franja inferior y se pegaron así los carteles. El Festival fue un éxito total y nadie se atrevió a reclamarnos nada. La noche de las tijeras despiertas forjamos la segunda idea fundacional del Movimiento, la de independencia política y, por añadidura, independencia del poder político y económico.El nombre de “Movimiento de Documentalistas” recién lo adoptamos cuatro o cinco años después, luego que decidimos salirnos del corralito burocrático en que pretendía encerrarnos el área de cultura del municipio avellanedense en manos de la “alianza”. Saltamos el cerco y entonces nos pusimos en movimiento. En el escape hacia adelante dejamos en el camino a compañeros hasta allí muy valiosos, pero que no se animaron a correr el albur de un camino sin retorno y prefirieron mantenerse a la sombra del aparato institucional. En ese contexto confirmamos en la práctica algo que ya sabíamos: no se puede definir a nadie como una buena o mala gente independientemente de su relación con el poder. Solamente unos pocos cruzamos el puente Pueyrredón y comenzamos a patear calles buscando dónde hacer base para volver a empezar. Hasta que con Diego Vilas y Fernando Alvarez comenzamos a reunirnos en un bar con billares que está al lado del hotel Bauen, hoy en manos de los trabajadores, muy cerca de Corriente y Callao. Para esa época, volvimos a encontrarnos con un compañero mexicano, que nos había deslumbrado en el Festival de 1997 con una conferencia que sostuvo con verdadero conocimiento del tema y de los protagonistas: “La imagen documental en Chiapas”. Fernando nos aportó una cuota de pensamiento y política zapatista que nos llegó como una bocanada de aire fresco. Empezábamos a definir un perfil. De ese encuentro y de los asiduos debates y discusiones surgió la siguiente idea fundacional, muy zapatista, por cierto: La humildad, la paciencia y la perseverancia en la organización y la voluntad, la inflexibilidad y la determinación en la confrontación. Para comienzos del 2001 decidimos convocar el tercer festival nacional. Los funcionarios del instituto nacional de cine, a los que recurrimos pidiendo apoyo, ingenuos nosotros, nos hicieron ir como diez veces a recorrer pasillos y tocar puertas. Hasta que un día rescatamos del pantano burocrático la dignidad que nos merecíamos y decidimos, frente a sendos pocillos de café, no pisar nunca más el despacho de ningún burócrata. Y así lo hicimos. Esa fue la cuarta idea fundacional, más que una idea un sentimiento: no a los burócratas. No a los burócratas del cine, pero también no a los burócratas de la cultura; y no a los burócratas de la política, vinieran de donde viniesen. Ya avanzado ese año 2001 nos topamos con otros burócratas. Mientras comenzábamos a organizarnos independientemente del gobierno y del estado al que caracterizábamos de “administración colonial”, un grupo de representantes de asociaciones y colectivos de documentalistas se reunían, dialogaban y acordaban con los funcionarios de De la Rua - sí, escucharon bien, con los funcionarios de De la Rua- en el instituto nacional de cine la realización de concursos para recibir... subsidios!. Nunca nos vamos a olvidar que en ese mismo momento infinidad de desocupados hambrientos recorrían las calles revolviendo tachos de basura mientras que otros, ya organizados, cortaban puentes y rutas. Entonces planteamos, en una carta abierta, entre otros puntos, que nos negábamos terminantemente a participar de dichas reuniones por considerar que eran una traición al pueblo que se movilizaba contra el gobierno y que más que acordar con los funcionarios había que enjuiciarlos. Y quedamos aislados. No los voy a nombrar, pero sí les voy a decir que los burócratas de todos grupos conocidos participaron de ese “contubernio”. Al mismo tiempo, como siempre pasa con los burócratas de toda especie para justificarse ante sus “bases”, nos acusaron de sectarios, divisionistas y hasta de malas personas... A partir de ese episodio catalizó otra idea fundacional: nada de representantes, delegados, dirigentes, es decir burócratas del documental. Sólo nos relacionamos con iguales y entre iguales, y cada uno se representa a sí mismo. Nadie decide por nadie y cada uno piensa con su propia cabeza.En septiembre de 2001, organizamos el III Festival Nacional de Cine y Video Documental. El salto fue cualitativo. Más de veinte compañeros participaron de la organización. El 19 de diciembre de 2001, en un local prestado por el Medh, donde funcionamos por un tiempo, se realizó la primera reunión multitudinaria. Ahí se concretó la convocatoria a todos los realizadores del país a participar de la construcción del Movimiento de Documentalistas. Esa misma noche nos movilizamos a la Plaza de Mayo, y también al día siguiente.Entonces se inició otra etapa. Inauguramos el sitio en Internet, Beatriz Cabot comenzó a organizar el área de fotografía documental y Soledad a editar el boletín Los Documentalistas. También llegó Jorge Falcone, con su rica cuota ideológica y poética. Y más adelante muchos otros compañeros y compañeras. El Movimiento de Documentalistas creció cuantitativa y cualitativamente. En la organización y en la acción. En la formación y en la difusión de la actividad documentalista. A nivel nacional e internacional. Entre los verdaderos documentalistas, entre los trabajadores de la cultura y en el seno de los nuevos movimientos sociales. El 27 de Mayo de 2002, instauramos el Día del Documentalista en un acto multitudinario de homenaje a Raymundo Gleyzer, desaparecido en esa fecha de 1977 por la dictadura genocida. Y con ello, otra idea fundacional, el documental es acción, con memoria.Sin embargo, habríamos de dar otras batallas. Desde comienzos de 2002 varios grupos de audiovisualistas de origen estudiantil lanzaron la consigna de producir contra información. Por supuesto nuestra respuesta no se hizo esperar. En ese tipo de propuesta, el protagonista social es ajeno a la generación, la elaboración, y la distribución del producto informativo, y es mantenido como un mero consumidor de lo que otros producen para él. Por ello, además de otras razones como el tipo de tratamiento temático y formal, hicimos público nuestro rechazo de plaño a adoptar la contra información como modelo de producción comunicacional.Pero la propuesta de controlar los procesos comunicacionales de los trabajadores, de los sectores populares y de los nuevos movimientos sociales apareció una y otra vez disfrazada con diferentes nombres, formatos y soportes conservando su esencia usurpadora y manipuladora de la producción de información en nombre de los verdaderos protagonistas de los procesos de movilización social. Por ejemplo, los noticieros obreros, aún a pesar de sus estrepitosos fracasos, así como el novedoso engendro paternalista y foquista de la televisión “piquetera”.Es que la contrainformación como práctica comunicacional en la actual etapa, ya sea por la vía noticieros obreros, por la de videos propagandísticos, o por la de la television “piquetera”, es una variante de la pequeño burguesía intelectual desesperada que da manotazos de ahogado para no perder el protagonismo que detentó en el terreno de la comunicación “progresista”. El mecanismo de estos grupos consiste “inventar o recrear” canales de comunicación que puedan controlar para ofrecerlos como la panacea en los barrios y en las empresas recuperadas y no quedar así subordinados a los procesos comunicacionales que desarrollan los nuevos movimientos sociales de manera independiente y autogestiva. En estas batallas confirmamos algo que sabíamos: que nunca trataríamos de usurpar el protagonismo a los trabajadores ocupados y desocupados en el terreno de la comunicación y de la producción documental y que nuestro mejor rol debía ser el de entregarles las herramientas para que ellos mismos produjeran su imagen y sus propios mensajes sin depender de grupos o medios ajenos, incluidos nosotros mismos. Y de allí también la conclusión que se convirtió en principio básico del Movimiento fue: ninguna relación con los usurpadores del protagonismo social en la comunicación.Pero hasta aquí hay sólo una parte. Falta la idea fundacional que da al Movimiento su perfil y su identidad más acabada. El Movimiento de Documentalistas se convirtió entre los años 2002 y 2003 en un Movimiento Internacional.Comenzamos a conocer y compartir las experiencias de realizadores de otros países del mundo, tan oprimidos y explotados como el nuestro. Nos alejamos así definitivamente de los pequeños burócratas de entrecasa que sólo pueden desarrollar actividades mendigando subsidios al estado; un estado claramente convertido en administracion colonial. Nuestros compañeros de otros pueblos que luchan por su dignidad nos hicieron comprender que un estado que pacta con el imperio genocida se transforma en un estado cómplice y sus funcionarios políticos en partícipes necesarios. Más que pedirles subsidios, habría que enjuiciarlos. En este contexto organizamos el primer Festival Internacional del Documental Tres Continentes Buenos Aires 2002. Y al año siguiente realizamos un acuerdo con la Asociación de Documentalistas de Sudáfrica para la realización del Segundo Festival Internacional Tres Continentes del Documental, en Johanesburgo y Cape Town. Allí se resolvió realizar la tercera edición en Asia, más precisamente en India. Se dispuso, además, que se realicen Festivales continentales que servirán de preámbulo y selección de los materiales que representarán a cada continente al III Festival Internacional. Asimismo, se resolvió convocar a realizadores de Oceanía y de las minorías de Europa y el norte de América para las cuales se abrirán secciones especiales. Durante el Festival, se constituyó el Movimiento Internacional del Documental Tres Continentes, Asia, Africa y América Latina y se redactó una declaración inaugural que, entre otros puntos, se pronuncia por la plena vigencia de los derechos humanos en todo el mundo, contra toda forma de colonialismo, contra el monopolio de la biodiversidad, por el derecho de los pueblos a rebelarse contra la opresión y por la inmediata retirada de las fuerzas de ocupación extranjera de Irak y Palestina.Confirmamos en la práctica la idea que le dá en definitiva al Movimiento su carácter más acabado: el Movimiento de Documentalistas es soberanamente solidario con los trabajadores explotados y los pueblos oprimidos del mundo que luchan por su liberación.Es todo, que no es poco, creo. Sin embargo, hay algunas ideas más que hoy vemos que estuvieron desde el principio: el trabajo colectivo y voluntario, la toma de decisiones por consenso, la solidaridad entre compañeros, la reciprocidad en las relaciones, la identificación con los oprimidos y los explotados. De cada uno según su posibilidad a cada uno según su necesidad. Ni más, ni menos.

IMPERIALISMO, CENSURA Y FASCISMO
Declaración del Movimiento de Documentalistas redactada por Fernando Buen Abad

No existe arma de destrucción masiva más letal que el imperialismo. Depreda la naturaleza, las sociedades y las civilizaciones. En los últimos 100 años el imperialismo multiplicó, como fase agudizada del capitalismo, sus capacidades destructivas. Frenó el desarrollo, inició un período de crisis generalizada y precipitó la expansión de la miseria en proporciones nunca vistas. Millones de cadáveres y de mutilados, víctimas de la guerra, millones y decenas de millones de personas atemorizadas, aplastadas, embaucadas y engañadas. Se trata de un cataclismo descomunal. Se trata de una monstruosidad. Y pretenden silenciarnos utilizando la censura. La censura, que no es otra cosa que la actualización cínica del fascismo. Muchos documentalistas en los países centrales, y en los colonizados o semi colonizados, reconocen las estrategias de la censura y la autocensura. Saben que es imperativo de su trabajo aprovechar hasta los resquicios más inopinados de “legalidad” que queda para sortear prohibiciones sin fin. Pero no se puede olvidar que toda censura es una forma de guerra ideológica. Guerra imperialista de conquista, bandidaje y robo de la información. Sometimiento de la verdad en el reparto del mundo en colonias o territorios ganados por el capitalismo. En el desarrollo monopólico, estatal o privado, de la producción, distribución y consumo de documentales habita el germen de censura. El crecimiento de las "industrias del espectáculo" constituye una de las formas de censura más características del capitalismo. Es que la censura no sólo sirve para manipular conciencias privándolas de su libertad de información, también es resultado de una lucha por los mercados de consumo producida por la crisis de sobreproducción de imágenes. Es decir la censura es también una forma de impedir la competencia. Si los medios, modos y relaciones de producción documental siguen siendo propiedad privada el peso de los monopolios se agudizará. A la ya odiosa censura que se ejerce incluso desde la formación teórico práctica de los documentalistas se agrega la casi total inexistencia de experimentación, mientras las metodologías de producción viven aplastadas por el empiriocriticismo y siguen desapareciendo autores incómodos de las bibliotecas universitarias. Cada vez es será más difícil adquirir, alquilar o conseguir prestadas las herramientas para la producción documental porque costo de tales herramientas y la ausencia casi total de alternativas es también una forma de censura. La distribución y exhibición, seguirán atrapadas por monopolios impagables e impenetrables. Seguirá reinando la censura del cinismo comercial. Serán más frecuentes los ataques desde la prensa, las ridiculizaciones desde la televisión o la radio y los episodios de agresión directa escenificados por grupos de todo tipo contra documentalistas y documentales.El Movimiento Internacional de Documentalistas, que crece en todo el mundo, no puede dejar de analizar y desenmascarar los estragos históricos del Imperialismo y la censura como su expresión fascista. Esto es tan urgente como el desarrollo teórico metodológico de su práctica junto a los pueblos que luchan por su liberación. La censura, directa o indirecta, expresa o solapada, impuesta o autoimpuesta, ideológica o económica, expresa el parasitismo y descomposición fascista del capitalismo que, apoyado en policías de la conciencia, pretende custodiar la información, la realidad, las ideas… La censura plantea una guerra civil de los significados. Sin haber comprendido las raíces económicas del Imperialismo, sin un diagnóstico profundo sobre sus implicaciones políticas y sociales, y sin poner a la censura como el principal enemigo del campo documental es imposible dar el menor paso hacia la solución de las tareas prácticas del Movimiento Internacional de Documentalistas en el presente.

INFORME SOBRE DOCUMENTAL Y GLOBALIZACIÓN
por Miguel Mirra

La globalización cada vez más valoriza la digitalización frente a la analogía y cada vez más tiende a desvalorizar el afecto cotidiano de los hombres hacia su lugar, a romper los lazos de pertenencia y a desvincularlo de la naturaleza que lo rodea a partir de un permanente empobrecimiento de las imágenes representativas y su reemplazo por imágenes artificiales generadas por las computadoras. En esa visión, el hombre no pertenece a un lugar concreto sino al mundo globalizado; un mundo tan vasto, confuso, lejano y sobre todo tan ajeno que lleva al hombre a extrañarse de su propio mundo y de sí mismo para ir a pertenecer a un gran universo que no lo reconoce más que como una serie de códigos sin carne y sin alma. Al mismo tiempo, trata de imponer una visión del hombre como esencialmente la de un consumidor (hombre que ya no pertenece al pueblo, sino que forma parte del público, es decir como un objeto de los procesos productivos y de la historia misma, y no como un productor, es decir como un protagonista. El valor del trabajo humano como trabajo productivo en relación con la naturaleza (sea un campo, una mina o el mar) está enmascarado, escondido o desvalorizado, ya que en ese mundo todo parece resolverse con la aplicación de microchips, módulos y memorias, como si la pala, el pico, las tenazas, la sierra o la red del pescador hubiesen mágicamente dejado de existir. Más desvalorizadas aún están las particularidades regionales, nacionales y locales que hacen de la diversidad de las formas productivas concretas del trabajo formas de cultura propia para cada lugar, sea este lugar un país, una paraje una ciudad o un caserío. Seguramente algún aspecto de esta globalización puede ser beneficioso. Por ejemplo, el conocimiento de algún programa de planificación en la rotación de los cultivos realizado en el otro confín del mundo puede servirle a un productor de la provincia de La Pampa, pero eso no implica que él no tenga que arar su tierra subiendo su cuerpo al tractor, manejándolo con sus propias manos y alineando los surcos con su propio golpe de vista en función de un campo que nadie conoce mejor que él. De la misma manera, ningún fabricante de video digital de ningún lugar del mundo, con todos sus multimillonarios laboratorios y sus fabulosos programas, me puede enseñar cómo filtra la luz la atmósfera sobre Buenos Aires y menos aún cómo ese filtrado particular y único rebota contra las texturas y los colores de una arquitectura y un diseño urbano propios de esta ciudad y de ninguna otra. Pero, además, ese mundo está poblado de palabras convertidas en discurso, con un idioma cada vez más rico en tecnologismos y más pobre en particularidades, expresividades y vivencias humanas cotidianas, reales, concretas, vitales y propias. Cada vez más apela a la saturación de palabras convertidas en códigos, trivializadas por su redundancia y frivolizada por los lugares comunes a que remiten y expresan. Y ni hablar del tiempo fracturado y acelerado artificialmente que se expresa en todo su esplendor en la cultura globalizada del clip, donde los tránsitos y los ciclos vitales se eliden en función de un salto instantáneo de un punto de interés a otro, generando una concepción y una imagen del hombre que tiende a convertirlo en un autómata robotizado. Este proceso merece y necesita una respuesta, no a través de un discurso articulado alrededor de la palabra como vehículo de la idea sino a través de imágenes directas, cargadas de calidez y poesía; imágenes que lleguen a conmover y emocionar por su carácter de imágenes plenas preñadas de sentimientos y que se conviertan al mismo tiempo un espejo en el que el hombre pueda reconocerse e identificarse. Nuestra idea es que cada vez más en la gente y en nosotros hay una necesidad -la mayoría de las veces inconsciente- de tener la alternativa de una imagen donde vea su propia naturaleza, su propio mundo y se vea a sí misma; necesidad que con sólo un efectivo disparador puede desplegarse en toda su potencialidad. Así, las imágenes de un mundo que se sienta como propio y el propio trabajo humano en contacto con la naturaleza -permanentemente escamoteados en la visión de ese otro mundo globalizado- son sin dudas el mejor punto de partida para crear una conciencia de pertenencia, al tiempo que de protagonismo y una alternativa en la producción de imágenes transformadas en documentales concretos.

LA LARGA MARCHA DE LA LENTE INSOMNE
por Jorge Falcone

“Yo sólo puedo hablar por mí, pero junto con ustedes, puedo hablar por todos”.
Miguel Mirra, 20 de Diciembre de 2001

El viaje desde la ficción hacia el documentalCuando este país era una larga siesta y aún estaban todos vivos, mi padre me daba las buenas noches tras el relato de algún filme de horror de la Universal. Esa fue la primera banda original de sonido que escuché en mi vida. Años después, promediando la secundaria, me volví un adicto al cine fantástico y pude disfrutar de cada una de aquellas producciones anteriormente imaginadas. Entonces -es curioso- tuve la sensación de que las estaba volviendo a ver… Fue inútil, pues, resistirme a la seducción del Séptimo Arte. Pasé sin solución de continuidad de mi primer filme -el “Gulliver” de Max Fleischer- al Grupo de Cine Súper 8, fundado en tercer año de la Escuela Superior de Bellas Artes de La Plata. En aquel tiempo me ocurría lo que a tantos estudiantes de cine de los que ahora recibo en clase: Deliraba por hacer ficción. Docente en la materia, hoy ensayo algunas hipótesis de porqué suele darse tal tendencia. Sin hilar fino, el documental supone una ventana al mundo; la ficción, su recreación total. Así, los Lumière habrían sido testigos; Meliès, inventor. Bien, la mayoría de mis alumnos sospechan -y yo también lo hacía- que de la mano de la ficción cinematográfica serán demiurgos absolutos de un universo por crear. Es más, cierta cinefilia ha alimentado esta noción revisando autores tan personales e irrepetibles como Fellini, que parió un mundo propio en los estudios Cineccitá. Baste con recordar los horizontes pintados para su inefable “Satyricón”, la silueta de un trasatlántico de madera terciada en “Amarcord”, o el proceloso mar de polietileno de “Casanova”. Es cierto, una mirada primeriza -como la que inauguré en mi bachillerato- entiende que la ficción no encuentra fronteras a la hora de imaginar; y que el documental está condenado a mirar sin opinar. Obviamente, 108 años después de la primera proyección pública en el Salón Indien, ya sabemos que esto es falso de toda falsedad. Yo pude comprobarlo cuando el país se puso grave y empezaron las convulsiones, del “Cordobazo” al “Luche y Vuelve”. Sin ir más lejos, después de realizar alrededor de una docena de cortos de terror y ciencia-ficción, me sentí convocado a Ezeiza para el primer retorno del General Perón. Eran los tiempos del Cine de Liberación, aquí y en todo el continente. En el ciclo superior del establecimiento en que recibí mi enseñanza media, ya todos los estudiantes de cine editaban imágenes de archivo combinadas con registro directo de marchas y concentraciones. Traje pues, a mi ciudad natal, un fotomontaje basado en borrosas diapositivas en blanco y negro de la multitud movilizándose estoicamente bajo la llovizna. El 20 de junio de 1973, volví a Ezeiza a superar la apuesta. La reacción hizo lo mismo.Enfocando aquella masacre con el lente reflex de mi Kowa-Ser, resolví no retornar a la ficción jamás.En el momento definitorio del filme “El Americano”, basado en la célebre novela del escritor estadounidense Graham Greene, el asistente vietnamita del periodista británico que encarna Michael Caine, dice a su jefe: “Tarde o temprano hay que tomar partido, si se quiere seguir siendo humano”. Así pensó mi generación en pleno. A nivel cinematográfico, yo pude ponerlo en práctica tras un breve exilio, primero en las reuniones del Taller Experimental Audiovisual convocadas por el legendario “Chino” Vallina, co-autor de “Informes y testimonios sobre la tortura en Argentina (1955-66)”, y luego en el Taller de Cine de Gerardo Vallejo, junto a quien tuve la oportunidad, durante casi tres años, de recorrer nuestro país con una cámara al hombro. En ese camino aprendí que el documental nos permite opinar por boca de otros (los actores sociales que escogemos). Que también puede ceñirse a las leyes universales del relato. Y que no siempre le hace asco a los recursos de la ficción. Desde entonces, cada vez que me asalta una buena idea (y hallo tiempo para desarrollarla), realizo documentales (que voy acumulando y casi nunca edito). En tal hacer llegué hasta el año 2001, cuando un reducido grupo -Diego Vilas, Fernado Álvarez, y Miguel Mirra- inició el retiro del Festival de Cine y Video Documental -evento al que me llegara en repetidas ocasiones- de la Escuela de Cine de Avellaneda, para evitar que dicha iniciativa independiente fuera entregada a las autoridades municipales, o convertida en apéndice del Festival de Mar del Plata, entonces conducido por Julio Márbiz. Yo ya estaba convencido de que mi mejor aporte cinematográfico había surgido de experiencias colectivas. Y fue que los mentores del “Encuentro de Documentalistas”, contestes de que “el documental es acción”, decidieron llamarse “Movimiento”.El viaje desde el yo hacia el nosotrosA la hora de revisar mi toma de conciencia política e ideológica, vuelvo con frecuencia a aquel adolescente que fui, capaz de desalojar del aula a los representantes del Centro de Estudiantes con el pretexto de que “al colegio se viene a estudiar y no a hacer política”; y más adelante de comprender, durante una gaseada de la policía, que los trabajadores podían ser solidarios con nuestra causa… En la primavera del 2001, tuvieron lugar las Jornadas de Cine y Video Documental, el Tercer Festival Nacional de Cine y Video Documental y el Festival de Documentales sobre Derechos Humanos. Tal emprendimiento posicionó a aquel movimiento en ciernes a nivel nacional, y le permitió crecer, pasando de sus tres promotores a catorce integrantes. En tal contexto se incorporó definitivamente Alejo Araujo. Daniel González, a su vez, impulsaría la iniciativa en la ciudad de La Plata, mientras Mario Bomheker hacía otro tanto en la provincia de Córdoba. Poco después se sumaría Fernando Buen Abad, quien habría de realizar valiosas reflexiones teórico-políticas, hoy constitutivas de las bases ideológicas del movimiento. Como consecuencia de aquellas jornadas comenzó a publicarse -vía mail- el Boletín mensual Los Documentalistas. Y, poco después, el sitio web www.documentalistas.org.ar. Ambos serían los grandes organizadores colectivos de la actividad. Yo me asomé a la misma por la ventana del primero de aquellos medios, que ya no recuerdo quien me reenvió. Mientras el INCAA impulsaba una asociación específica destinada a repartirse los subsidios de rigor (allí se daban cita los grupos Boedo Films, Cine Insurgente, 1° de Mayo, Contraimagen y Ojo Obrero), sin prisa pero sin pausa, crecía otra opción tan despreocupada de mamar de la teta oficial como de correr detrás de insurrecciones inminentes. No bien me di por enterado, los busqué para hacer contacto. Y caminando a su lado comprendí que YO era ELLOS.Jerarquizando una iniciativa tomada en la apertura del primer Festival, realizado en 1997, el 27 de mayo del año 2002, contando con un enorme consenso nacional e internacional encabezado por Fernando Birri y Jorge Prelorán, en la Casa de las Madres Línea Fundadora y con la presencia de sus familiares, dejamos instaurado el Día del Documentalista, en honor a nuestro colega Raymundo Gleyzer, detenido-desaparecido durante la última dictadura. El 9 de julio del mismo año marchamos por primera vez, junto a organizaciones políticas y sociales, exigiendo justicia para las víctimas de la Masacre de Puente Pueyrredón. Dado el riesgoso desempeño de nuestra profesión durante aquellas jornadas, impulsamos una Campaña de Seguridad en el Trabajo Documental. Del 2 al 10 de septiembre, en sedes múltiples de Capital y Provincia de Buenos Aires, concretamos tres eventos autogestivos sin precedentes: El Festival Internacional Tres Continentes del Documental, la Muestra de Fotografía Documental (coordinada por Beatriz Cabot), y el Foro Documentalista: Lo necesario, lo inmediato, lo urgente. En el año 2003, ya consolidados a nivel nacional e internacional, y respetados por el resto de las entidades de la cultura como los referentes principales de la actividad documentalista, llevamos a cabo en Sudáfrica el 2° Festival Internacional Tres Continentes del Documental (dejando expedito el camino para su tercera edición en la India), y lanzamos el Movimiento Internacional de Documentalistas, todo lo cual fue anunciado en nuestra Muestra y Entrega de Premios anuales a colegas y actores sociales, el 6 de octubre, en el Centro Cultural Recoleta. El año 2004 nos encuentra frente al desafío de concretar, durante la última semana de septiembre, el VI Festival Nacional de Cine y Video Documental en ciudades del Sur y del Norte del país. Paralelamente desarrollaremos, en las ciudades del Gran Buenos Aires, el Primer Festival Jóvenes Documentalistas que otorgará el premio al Mejor Documental Joven, a la búsqueda y experimentación documental, y los premios especiales María Claudia Falcone y Mártires del Puente Pueyrredón. El viaje desde el País de Algunos hacia el País de TodosEl 30 de octubre de 1983, gracias a la lucha de los trabajadores, las organizaciones revolucionarias del momento, y el movimiento de defensa de los derechos humanos, los argentinos volvimos a votar. Ocho años de régimen de facto y políticas de escarmiento habían logrado disciplinar a la sociedad argentina. Esta democracia se inauguró -por ende- con las banderas de “la vida y la paz”. Y la más absoluta vigencia de la ideología “martindehocista” que persuadió a grandes mayorías de que “la torta no alcanza para todos”.Durante el gobierno de Alfonsín, representativo de la hegemonía de los sectores medios más exitistas y excluyentes, se recuperó el funcionamiento de las instituciones y se juzgó a algunos responsables de crímenes de lesa humanidad, inaugurando -como compensación ante el poder- la funesta “Teoría de los Dos Demonios”, que propondría una paridad de responsabilidades entre represores y revolucionarios. El gobierno de Menem prometió originalmente el retorno al centro de las decisiones de aquellos sectores sumergidos que generalmente encarnan los valores e intereses más genuinos de la Nación. Pero no tardó en evidenciar la verdadera naturaleza de la perversa alianza que lo sostuvo: Los marginales y la aristocracia vernácula. El mandatario riojano brindó al Imperio la hazaña inédita de vaciar el estado con consenso de masas y postrar a uno de los movimientos populares más indómitos de América, dejando -en consecuencia- a las mayorías nacionales sin identidad clara ante la ambición y los embates del capitalismo salvaje. Como contraparte, comenzó a gestarse desde la comunidad un lento pero seguro proceso de asunción de responsabilidades que el nuevo estado delegaba (merenderos, huertas comunitarias, microemprendimientos, voluntariado solidario en general).Una década después, los sectores medios pretendidamente progresistas ofrecieron una alternativa a la corrupción y entrega menemista, a través de una coalición propuesta para superar la era de los liderazgos personalistas: La Alianza. Dicha conjunción del viejo tronco balbinista reaccionario del radicalismo y una fuerza sin cohesión ni identidad como el FREPASO, permitió que la crisis hiciera zozobrar la experiencia en poco tiempo, en medio de una pueblada que, alzando la bandera de “Que se vayan todos”, dejó en el camino 33 muertos en 48 horas, e inauguró un período de inestabilidad institucional durante el cual desfilaron cinco presidentes interinos en el lapso de menos de un mes.Como saldo, los sectores más dinámicos del pueblo argentino reclaman desde entonces un tránsito hacia formas participativas -acaso plebiscitarias- de ejercer una democracia que a lo largo de dos décadas demostró que sólo por inercia no “se come, se sana, y se educa”.Si bien existía desde antes -como ya fue explicado- el Movimiento de Documentalistas creció y se instaló en el contexto de aquel “Argentinazo”. Su éxito ideológico se relaciona con la plena vigencia y expansión de la concepción del documental como reciprocidad productiva y enriquecimiento mutuo del “sujeto” y el “objeto” del documental, categorías que dejan así de tener sentido, y como proceso de toma de conciencia e identificación con el grupo a partir de la movilización colectiva para desarrollar la acción realizativa del documental. Esta concepción fue levantada por Adolfo Colombres para los documentales antropológicos desde los ochenta, y recogida y ampliada al conjunto de la cultura popular por nosotros, desde los propios orígenes del Movimiento. Decía el citado especialista en la película “Hombres de Barro” (1985), de Miguel Mirra, al referirse a la relación con los indígenas que la protagonizaban: “…Y no hacer la denuncia… Sino dejar que ellos hagan su propia denuncia, que muestren su propia humanidad. Es la lucha lo que saca al hombre del paisaje y lo pone en la historia”. “No hablar sobre el otro, sino con el otro” decíamos en un curso dictado en 1995. Y agregábamos “El documental como resultado es la objetivación de una relación. Puede ser una relación de poder y subordinación o una relación igualitaria de reciprocidad e intercambio. Para lograr esto último es preciso que el documentalista no se considere a sí mismo como un dios, o un patrón, sino como un simple mortal, un compañero”. Nuestras ideas básicas de independencia, trabajo, solidaridad y reciprocidad, fermentaron pues al calor de ese Nuevo Movimiento Social que nos fue nutriendo de miradas y voces múltiples. Nos pusimos entonces al margen de la lucha por el poder del estado y nos propusimos como generadores de alternativas independientes del aparato estatal y de las burocracias políticas y gremiales. A una base de tipo socialista y luxemburguista, con la influencia de los aportes de Adolfo Colombres, incorporamos ideas del zapatismo de Chiapas, del pensamiento nacionalista revolucionario, y muchas otras del pensamiento independiente, que acercaron compañeros y compañeras sin tradición de militancia política. Revisemos algunas de ellas: “Nos convocan y movilizan las acciones humanas documentadas, documentales y documentables, que construyen objetiva y subjetivamente la realidad. Nos unen y motivan las ganas de contribuir en lo posible al enriquecimiento y transformación del documental en simultáneo con la transformación de la realidad toda. (…) No tenemos ganas de sectorizar nuestras incógnitas existenciales en torres de marfil académico para disfrazarlas de prestigio. No tenemos ganas de acaudillar la redención de un trabajo expresivo para conseguir préstamos, financiamientos, fama o sex appeal en el mundo del glamour fílmico. No tenemos ganas de abrir campeonatos mundiales con halagos de ida y vuelta. No tenemos ganas de sentarnos a mirar complacidos y cómplices el trabajo de otros sólo por el gusto acrítico de contemplar por contemplar. No tenemos ganas de hacernos nuestra verdad a medida para lucir sobre las pasarelas intelectuales nuestras ideas a la moda. Nos une y mueve también el hartazgo contra todo eso. (…) Cabe en el documental la certeza de la duda, la ignorancia dinámica que nutre a la ciencia, la construcción de herramientas de comunicación que hacen audible y visible la acción social” (“Para una fundamentación general”, Fernando Buen Abad, Movimiento de Documentalistas, 10 de diciembre de 2001). “Entonces el trabajo documental pasa a transformarse en el trabajo de todos y cada uno, atravesado por una autoría a la vez individual y colectiva. Un entretejido donde cada hebra existe por sí, pero entre todas hacen la manta que nos abriga del invierno.“ (“Las huellas en la caverna”, Miguel Mirra, Movimiento de Documentalistas, 20 de diciembre de 2001).En nuestro Foro Documental del año 2002, la documentalista cordobesa Laura Tourn también sumaba su aporte: “La particularidad de esta metodología radicaba en que los protagonistas serían los mismos realizadores, es decir, autores y actores a la vez. Ellos llevarían a cabo la investigación, determinando por ejemplo: los informantes clave, temas, ejes de las entrevistas… guiados por el grupo coordinador en reuniones periódicas. Auto representación documental definida como un trabajo conjunto del grupo coordinador con el grupo realizador, donde se genera un espacio de análisis y discusión acerca de los aspectos que se trabajarán, el abordaje y las prioridades temáticas del grupo realizador. Mostrarse, presentarse uno mismo, y para ello construir una representación”. La colega rosarina Lucrecia Mastrángelo agregaba lo siguiente: “Debemos asumir que no somos los iluminados que venimos a echar un poco de luz, sino que somos parte de una aldea global… Somos también obreros del arte oprimidos y explotados por un sistema capitalista, no estamos a salvo ni somos los salvadores, simplemente aportamos lo que aprendimos a hacer, como herramienta de liberación”. En nuestro debate contra ciertas visiones que pretendieron reflotar el concepto de “contrainformación”, rematábamos con esto: “En la idea misma de producir contrainformación hay una clara contaminación paternalista y burocrática: el pueblo es tenido en cuenta sólo como receptor de un proceso informacional que otros generan por él; el pueblo no tiene participación alguna más allá de formar parte del contenido de la información y una vez iniciado el proceso contrainformacional el pueblo no tiene acceso ni al control de la producción, ni de la distribución del producto informativo. Termina, en el mejor de los casos, siendo un mero consumidor de una mercancía por la que, además, tiene que pagar”. A la fecha, insertos en la lucha constante de nuestro pueblo y de otros pueblos hermanos, hemos abrevado -a partir de los talleres documentales de base, por ejemplo- algunos principios que los MTDs también rescataran de la experiencia indígena mexicana, tales como el pensamiento y la organización autónomas, la horizontalidad, y el arte de mandar obedeciendo. Recogiendo las más caras experiencias de lucha, hemos rescatado las figuras de intelectuales orgánicos del pueblo argentino tales como Rodolfo Walsh y Raymundo Gleyzer. Y reivindicamos para las futuras generaciones el ejemplo de quienes, en una u otra punta de la historia, supieron encarnar la imagen viva de aquel “Hombre Nuevo” que nos propusiera el Che, se trate de una estudiante secundaria domiciliada a dos cuadras de su colegio pero capaz de sacrificarse por un boleto escolar más económico para sus compañeros de menores recursos, o de un ladrillero capaz de inmolarse bajo las balas de la bonaerense por asistir a un compañero herido. En resumidas cuentas, como sostenía nuestro compañero Fernando Buen Abad en su documento “Pantalla horizontal”, del 12 de septiembre del 2002, estamos convencidos de que: “Toda la peste tóxica del imperialismo que agoniza, descarga por estos días su peor furia esclavizante. (…) Vimos la miseria, la muerte, la tortura… vimos la desolación, la desesperanza y la crueldad infinita. Vimos cómo se puede empeorar y que no existe solución mágica ni mesiánica. También vimos de qué manera los pueblos aprenden, se organizan y luchan para salvarse a sí mismos. No pocas veces quienes asistieron, extranjeros o nacionales, coincidieron en la necesidad de una lucha común antiimperialista que cada cual a su modo invoca para que se emancipe la humanidad y recupere su dignidad más portentosa. Esto también fue una misión cumplida por el (…) Movimiento de Documentalistas”.-En la ciudad de La Plata, a los 12 días de enero de 2004.